La revolución del streaming: la nueva era de oro del anime



Daira Rosas

dairarb@erreizando.com  


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El anime es probablemente uno de los productos culturales japoneses más conocidos a nivel mundial. Gracias a una estrategia bien planificada y la aparición del internet, Japón logró difundir distintos elementos audiovisuales a millones de personas. Como es de esperar, los avances tecnológicos y el proceso de globalización han seguido de cerca la forma de consumo y producción de estos productos culturales [1].

Desde el año 2018, plataformas de streaming como Netflix y Amazon Prime Video comenzaron a adquirir derechos y licencias de títulos como Naruto, Neon Genesis Evangelion, Attack on Titan, entre muchos otros. Asimismo, han comenzado a elaborar títulos originales siendo Devilman Crybaby y Dodoro algunos ejemplos. Por su parte Crunchyroll, una de los sitios más importantes en la distribución de anime no se ha quedado atrás, y en 2020 nos sorprendió con sus primeros Crunchyroll Originals, con títulos como The God of High School, Tower of God y In/Spectrem, por citar algunos.

¿Qué impacto ha tenido en el consumo de anime la incursión de plataformas de streaming en la distribución de este tipo de productos culturales? ¿Cuáles podrían ser las implicaciones futuras de estos cambios en la creación de anime? Descúbrelo en este artículo:

Primeramente, debemos de mencionar lo que se entiende por anime y por qué es tan popular. Se trata de un término que se ha utilizado para nombrar la animación que proviene de Japón. A diferencia de los contenidos occidentales, éste desarrolla historias generalmente adaptadas del manga [2], que pueden ser vistas por distintos grupos de edad y no sólo por el público infantil. Ofrece propuestas versátiles que mezclan elementos de la cultura japonesa con temáticas y narrativas difícilmente desarrolladas por su contraparte occidental. Algunos de los géneros de anime más conocidos son: Kodomo, Shojo, Shonen, Josei y Seinen.

Ahora bien, ¿qué es una plataforma de streaming [3]? Se trata de una nueva forma de consumo que ha cobrado popularidad durante los últimos seis años.  Amazon Prime Video, Netflix y Crunchyroll, son empresas que comenzaron sus actividades a finales del siglo pasado y principios del 2000. Si bien los fines de cada una de ellas inicialmente no tenían relación con el streaming, fueron incursionando progresivamente en modelos de suscripción entre los años 2006 y 2008. Hoy día, estas empresas están relacionadas con casas productoras, estudios y cadenas cinematográficas de renombre internacional. 

Anime y las plataformas de streaming: apreciaciones locales

Con la finalidad de encontrar patrones de consumo en lxs fans de anime, realizamos una encuesta a través de Facebook en la que encontramos interesantes resultados. Cuando se preguntó que cuáles eran los sitios o plataformas que más utilizaban para consumir anime, los resultados de preferencia fueron los siguientes: sitios sin licencia (61,3%), Netflix (47,2%), Crunchyroll (23,9%), YouTube (18%), y finalmente Amazon Prime Video con (5,3%).

Esto nos muestra que las preferencias del consumidor siguen estando ancladas a sitios que no cuentan con licencias, sin embargo, cuando se confrontan estos datos con las plataformas que usan regularmente -no por preferencia- es posible notar que Netflix logra superar este tipo de sitios, aún al “Netflix de anime” – Crunchyroll- (véase gráfico 1). 

Gráfico 1. Elaboración propia con base en los datos del estudio “Consumo de anime en México”.

Cuando se les preguntó desde su experiencia qué sitio o plataforma recomendarían para ver anime, la mayoría prefirió el uso de sitios sin licencia. Habría que decir también que, seguido de estos espacios, Crunchyroll fue el segundo más recomendado y en tercer lugar estuvo Netflix (véase gráfico 2). Lo que podemos deducir es que, a pesar de que el “gigante del streaming” es uno de los sitios más utilizados, aún no ha logrado ser una plataforma que los fans recomienden. Mientras que Crunchyroll, conservó su lugar como líder en distribución de contenido japonés. 

Gráfico 2. Elaboración propia con base en los datos del estudio “Consumo de anime en México”.

Impacto del streaming en la industria de anime

Hasta este momento hemos hablado sobre los patrones de consumo a nivel local y cómo es que las plataformas de streaming se han convertido en sitios en los que lxs fans han mirado una nueva forma de acceder a contenidos japoneses, particularmente anime. En este sentido, es pertinente hablar sobre lo que ha generado el streaming directamente sobre la industria de anime. 

Hasta el 2019, el informe de la industria del anime elaborado por The Association of Japanese Animations, designó un pequeño apartado en el que se resaltaba la expansión global de diferentes empresas como Disney, Warner y Netflix, y el posible incremento de la demanda sobre la industria de animación japonesa. El último informe publicado en marzo de 2020 mostró mejores resultados a los esperados dentro del mercado interno y externo. Este último relacionado con la demanda de nuevos títulos, así como al incremento del comercio de streaming [4]. 

Empresas como Netflix y Amazon Prime Video desde el 2016 comenzaron a adquirir derechos de transmisión de diferentes títulos, y fue hasta el 2018 y 2019 que comenzaron a desarrollar producciones originales en asociación con creadores y estudios japoneses, ejemplo de ello fueron Devilman Crybaby [5], una obra de Masaaki Yuasa perteneciente al seinen que manejaba una línea argumental crítica de los discursos morales y psicológicos; y Dodoro, dirigida por Kazuhiro Furuhashi y producida por los estudios MAPPA y Tezuka Productions. Crunchyroll por su parte, anunciaría en 2020 sus primeros títulos originales.

La demanda de anime y el incremento de plataformas digitales ha generado un nuevo fenómeno. Ahora gigantes del streaming como Netflix, Crunchyroll y Amazon Prime Video apuestan en la adquisición y producción de sus propios animes, pero ¿por qué pasa esto? En términos económicos, es más barato invertir en la adquisición de derechos y producción de series animadas que en actores, particularmente en ciencia ficción y fantasía.  Tan solo en 2018 Netflix destinó un presupuesto de ocho millones de dólares para la creación de contenido, y gran parte de este sería destinado a anime. 

El futuro de la industria 

A la par de la creciente demanda de diferentes plataformas por los contenidos japoneses, el mercado de streaming ha mostrado una tendencia de crecimiento progresiva. La pandemia por COVID-19, si bien afectó a la industria con el retraso de diferentes proyectos, sus efectos no fueron totalmente negativos, al contrario, el interés por encontrar nuevas formas de entretenimiento terminó por alentar a las personas a ver anime. 

No es de sorprender que Crunchyroll, para principios del 2021, marcara un nuevo hito al albergar cuatro millones de suscriptores de pago en todo el mundo y más de 100 millones de usuarios registrados. Mientras que los ingresos de Netflix fueron de aproximadamente 25.000 millones de dólares en 2020, unos 5.000 más que en 2018, producto del incremento de la demanda general.

Si bien las apreciaciones locales de consumo de anime no reflejan la dinámica global per se, los resultados obtenidos nos muestran una coherencia entre los patrones de consumo y los cambios percibidos por la propia industria durante los últimos tres años. Tal y como indicamos al principio, el impulso de diferentes plataformas de streaming se debe a la invención del Internet y los avances tecnológicos. 

El consumo de anime en occidente que inició en la televisión en los años setenta y que posteriormente se trasladó a sitios como YouTube y sitios sin licencia en los primeros años de la década de los 2000, ahora se enfrenta a la revolución del streaming. El desarrollo de nuevas alternativas para crear y exportar animación japonesa ha abierto un nuevo camino para estudios y creadores japoneses, los cuales ya no tienen que cerrar a causa de la falta de retribución monetaria -causada por la proliferación de sitios ilegales- pues ahora tienen la opción de asociarse con empresas como Netflix y coproducir nuevos animes. 

La instrumentalización de la cultura [6] como promotora del crecimiento económico, hoy día es más que evidente. La singularidad y el potencial que ha mostrado tener la industria de animación japonesa desde la proliferación de diferentes plataformas de streaming, se reflejó con ganancias económicas en 2019 de 2.5112 trillones de yenes, alcanzando un crecimiento total del 15% en comparación con el año anterior. 

El futuro del anime parece estar más cercano a las dinámicas del streaming, cada vez más interesados en la adquisición, producción y ahora también en la formación de nuevos animadores. Los grandes beneficios económicos han hecho que diferentes plataformas digitales miren al anime como un atractivo eje de inversión,  en medio de un incremento en la forma de consumo inmediato. El tema revisado en este artículo es un ejemplo más de cómo las industrias culturales toman mayor relevancia social, política, y en este caso económica. ¿Alguna vez te imaginaste el poder que tenía el anime? Déjanos saber en los comentarios. 


Notas:

[1] Entendemos como productos culturales las piezas, bienes u obras que aportan al desarrollo del patrimonio cultural, que tienen procesos de producción -específicos-,  distribución y consumo.

[2]  Cómic tradicional japonés.

[3] Para fines de este artículo, definimos streaming como el acceso y transmisión de información en formato audiovisual, que puede o no ser descargado para su consumo en cualquier lugar y momento.

[4] Anime Industry Report 2020, The Association of Japanese Animations, 2021.

[5] Bertocchi, Brunella; Bertocchi, Antonella “Devilman CRYBABY: ¿qué nos puede decir de la relación entre NETFLIX y el ANIME?”, VENTANA INDISCRETA, núm. 20, s/núm, Lima, Universidad de Lima, 2018, pp. 42-47.

[6] El  programa Cool Japan, impulsado por el Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI), mantuvo en sus cimientos las industrias creativas y culturales. Cada una de ellas encaminada a aportar al PIB anual, difundir el estilo de vida japonés. La cultura se instrumentó para beneficiar el crecimiento económico-político, y a su vez fungió como un elemento ideológico interno y externo.

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