El verdadero significado de la carrera espacial y el papel de América Latina



Antonio Gallegos

antonio24gallegos@erreizando.com 


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En 1865, el escritor y poeta Julio Verne plasmó en su obra De la Tierra a la Luna la posibilidad del ser humano de conquistar nuestro satélite natural. Verne demostró ser un personaje adelantado a su época al plantear que, de lograr su hazaña espacial, los cohetes tendrían que salir desde un punto cercano a la línea ecuatorial; a pesar de la enorme distancia temporal entre Verne y nosotrxs, este factor geográfico representa un principio básico en los lanzamientos espaciales de hoy en día. Entonces, los países latinoamericanos gozamos de esta ventaja inmediata, pero, ¿hemos podido aprovecharla? 

La expansión del ser humano en la superficie terrestre ha sido un proceso histórico y demográfico complejo, constante e inevitable. Es evidente que, con el paso de los años, las fronteras en la Tierra para el hombre son cada vez menos, siendo el Ártico la última de ellas, sin embargo, son cada vez más los Estados y empresas multinacionales que obtienen oportunidades de ocuparlo.

Pero, ¿a dónde nos ha llevado realmente el llegar a todos los rincones de la Tierra? Nos llevó a mirar al cielo y a sus cuerpos celestes, pero no para admirarlos, sino para conquistarlos bajo la misma lógica capitalista; es decir, el espacio exterior es, desde mediados del siglo XX, la nueva, última y más preciada frontera por alcanzar. De ahí la importancia de los estudios geopolíticos en materia espacial, sobre todo porque los viajes al espacio, el arribo de la especie humana a otros cuerpos celestes e incluso la posibilidad de extraer algún recurso mineral extraterrestre ya no son sólo ficción.

Sin embargo, el sistema económico internacional actual condiciona los papeles del Norte y del Sur Global [1] y, a su vez, determina la importancia que tendrán los Estados en la lucha por el espacio. Esto nos conduce al tema central de este escrito: ¿Cuál es la importancia y qué papel juegan los Estados de Nuestra América en la carrera espacial?

Al hablar de la “carrera espacial” nos remontamos a la Guerra Fría, conflicto político, económico e ideológico entre los bloques Capitalista occidental y Socialista oriental (liderados por los Estados Unidos y la Unión Soviética, respectivamente), entre 1947 y 1990. Durante esta etapa de reconfiguración política internacional, subyacieron enfrentamientos indirectos entre los cuales destaca la competencia tecnológica en materia aeroespacial, misma que al día de hoy, con muchos y muy significativos avances, sigue en pie.

Esta pugna ha evolucionado con el paso de los años. En 1957, los soviéticos pusieron en órbita el Sputnik I, el primer satélite artificial de la historia (con este evento da inicio la carrera espacial); en 1961, el militar soviético Yuri Gagarin fue el primer hombre en el espacio, seguido de Valentina Tereschkova, la primera mujer en conseguir el mismo logro en 1963; y en 1969, Armstrong dio ese pequeño pero gigantesco paso en la superficie lunar.

Tan sólo en 2020, a 60 años de dichos eventos, se realizaron aproximadamente 100 lanzamientos espaciales, con un total de 1120 satélites desplegados. Estos números son enormemente significativos, pero adquieren aún mayor valor cuando se hace una revisión detenida de las capacidades y la calidad de todos los satélites, estaciones espaciales y cohetes que están en constante circulación alrededor del globo.

Aún hay más. Así como los satélites y cohetes, los objetivos de la carrera espacial han cambiado, al grado que ya se habla de volver al humano una especie interplanetaria por medio de la colonización de Marte. De igual forma, es preciso mencionar que el número de Estados con satélites orbitando la Tierra es cada vez mayor, hecho que enriquece el análisis geopolítico de la carrera espacial. Lo que comenzó como una competencia bipolar, hoy es un juego estratégico con múltiples posibles ganadores. 

Sin duda, nuestro papel como latinoamericanos en la carrera espacial está condicionado y extremadamente limitado. Los Estados de Nuestra América tienen características culturales, geográficas e históricas que los entrañan unos con otros, pero al mismo tiempo son heterogéneos en cuanto a estrategias de desarrollo. Por esa razón, los proyectos de integración económica y política en la región, a lo largo de la historia, han sido todo un desafío, impidiendo que se consoliden agencias especializadas y de investigación que permitan insertarnos a la carrera espacial, de la cual, hasta hace poco, éramos sólo espectadores.

A pesar de lo anterior, un evento histórico para nuestros países latinoamericanos en materia de integración y de cooperación tuvo lugar el 9 de noviembre del pasado 2020, con la firma del acuerdo para la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE) como iniciativa de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Este hecho no sólo reafirma la capacidad de nuestros países para contribuir a la investigación espacial, sino que, al ser un esfuerzo intergubernamental y multinacional entre miembros de la región, disminuye las barreras que nos impedían figurar como actores de relevancia en la carrera espacial.

La moción para crear este organismo fue propuesta por las delegaciones mexicana y argentina durante el encuentro Latinoamericano y Caribeño sobre el Espacio (julio de 2020), para después convertirse en la negociación de un acuerdo, encabezada por los cancilleres Marcelo Ebrard y Felipe Solá. Existen algunos antecedentes de la ALCE, como el “67° Congreso Internacional de Astronáutica” y el “3er Foro Internacional del Espacio, Capítulo Latinoamericano y del Caribe”. 

Según lo acordado, la ALCE será un organismo internacional y al mismo tiempo un mecanismo de cooperación regional; tendrá como objetivo reforzar los trabajos académicos de los miembros de la región, así como trabajar de manera conjunta con agencias espaciales como la estadounidense y la europea. Como organismo referente, encontramos a la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), sin embargo, tal como hemos visto, la ALCE necesita tomar en cuenta las características históricas y geopolíticas para fungir como un verdadero proyecto latinoamericano y alejarse del umbral del modelo de integración europeo.

Como era de esperar, los primeros pasos en la agenda de la ALCE no serán llevar astronautas a la Luna o competir por la colonización de Marte. Se planea que las principales acciones en materia de ingeniería aeroespacial sean la construcción de satélites pequeños, medianos y grandes, la cooperación infraestructural y el establecimiento de centros de investigación, observatorios y estaciones terrestres que integren las economías emergentes de la región. Se esperan aportaciones de cada uno de los miembros de la Agencia.

La creación de la ALCE responde a la estrategia de la presidencia mexicana en la CELAC para reforzar los lazos entre naciones latinoamericanas hermanas, así como para poseer capital político y hacer frente al resto de sujetos en la carrera espacial. Por supuesto, un proyecto de tal magnitud tendrá implicaciones políticas a nivel regional.

Por un lado, representa algo positivo en cuanto a restaurar el peso de los votos y participaciones de la América Latina en foros internacionales, mismos que hoy en día se encuentran en una notable dispersión. Por otro, es importante señalar los parámetros bajo los cuales se permitirán las acciones (y el ingreso) en la Agencia, como los aportes logísticos y financieros al proyecto. Otra deriva, es la polarización de nuestros países a nivel interno, pues la disputa histórica entre México y Brasil (el cual no participará de manera activa en la ALCE, a pesar de ser el Estado latinoamericano con mejor infraestructura en materia espacial) por el control político de la región podría representar un obstáculo.

De igual forma, otro factor determinante para comprender la geopolítica de la carrera espacial es la ascendencia de las empresas privadas como actores que no sólo apoyan a ciertos Estados, sino que también forman parte de la competencia. Los viajes espaciales y las telecomunicaciones satelitales son hoy en día un producto más en el mercado; uno muy codiciado, hay que decirlo, de ahí que existan cada vez más empresas en el área. Nombres como SpaceX, del empresario Elon Musk; Starlink; Blue Origin, Virgin Orbit; FireFly Aerospace; iSpace; Landspace y Spacety son sólo algunos de los que figuran en el mercado con millones de dólares en inversiones.

Los más claros ejemplos de nuestra capacidad como latinoamericanos para figurar en la carrera espacial se encuentran en órbita. Al día de hoy, México, Brasil, Chile, Argentina, Colombia, Bolivia, Venezuela, Perú y Ecuador han lanzado satélites al espacio. 

Tomando en cuenta el contexto que se planteó al principio de este artículo, la participación de Nuestra América es fundamental y necesaria, de no ser así, las desventajas tecnológicas respecto a las potencias del Norte global seguirán condicionándonos no sólo en temas económicos, sino también políticos. No participar en la carrera espacial se traduciría como debilidad e incapacidad de nuestros gobiernos frente a los retos de la sociedad internacional del día de hoy.


Notas:

[1]  Norte y Sur no obligadamente responde a una cuestión geográfica, sino más bien a la relación asimétrica en el reparto del poder en la sociedad internacional entre Estados, colocando a los desarrollados y políticamente fuertes en el Norte, relegando al resto en el Sur.

8 comentarios sobre “El verdadero significado de la carrera espacial y el papel de América Latina

  1. ¡Hola Toño! He seguido muy de cerca tus trabajos. Lo que planteas es muy importante, ya que es una reflexión que difícilmente vemos en los medios tradicionales. Debemos reconocer que la carrera espacial se encuentra como un mecanismo para revitalizar el sistema capitalista de explotación ya que no es una forma vacía de invertir capital, sino la búsqueda de explotar y colonizar otros planetas.

    1. Hola, Melisa, nos alegra que te guste nuestro contenido. Por otro lado, el autor considera que el ascenso de las empresas privadas en la carrera espacial reconfigura muchas de las dinámicas tradicionales, como la carrera espacial.

  2. El artículo es super interesante y personalmente creo que la gran dificultad a la que se enfrentan los Estados del mundo y no solamente los de América Latina, es justamente a que las regulaciones que deberían existir en materia del espacio extraterrestre en temas no sólo de explotación sino de residuos, uso de ondas, infraestructuras, propiedad entre otras.
    Las empresas han creído, y probablemente con muchas razones, que están exentas de tales instrumentos jurídicos pues originalmente estos solo aplican para Estados, lo cual pone en jaque el derecho internacional y la lógica en la que entendemos las relaciones internacionales e interacciones globales.
    Verne, como otros tantos, apuntó de alguna forma un futuro positivo pero algunas otras mentes ya anuncian realidades menos alentadoras.
    Películas como Avatar de Cameron, o la estelarizada por Jennifer Lawrenwce,pasajeros, hasta Wallie pueden ser distopias o presiciones tan validas como de la tierra a la luna.
    Un comentario extra de manera muy personal, la lógica regional de América latina ha sido distruptiva ya en varias ocasiones con la lógica del marxismo de wallerstein y su sistema mundo.
    Si bien estoy de acuerdo en las asimétricas del poder, la complejidad apunta de manera más precisa estas disparidades a la vez que explica porqué la dependencia no es solo en un sentido.

    1. Hola, Leonel, agradecemos tu comentario. El autor considera que tus observaciones son muy puntuales. En efecto, una de las reconfiguraciones más importantes en la realidad internacional es el ascenso de las empresas privadas multinacionales, las cuales adquieren mayor capacidad de acción en temas que, hasta hace poco, correspondían sólo a los Estados. Estos últimos, por otro lado, han ido poco a poco dejando vacíos en su campo de acción, mismos que la clase capitalista transnacional ocupa audazmente. Tal como mencionas, son pocas las regulaciones en materia de ocupación y apropiación del espacio exterior, y son aún menos las que contemplan las capacidades de las empresas.
      Sin duda es un tema que requiere especial observación, sobre todo con proyectos en puerta como los viajes y la posterior ocupación humana de Marte.
      Tal como se menciona en el artículo, los países de Nuestra América necesitan participar en estas reconfiguraciones del orden mundial y sus desafíos

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