Baby, una serie italiana original de Netflix del 2018, narra la vida de un grupo de jóvenes que atraviesan por complejas situaciones escolares y familiares. Si bien la historia permite discutir sobre diferentes temas, en esta ocasión nos centraremos en problemáticas como la prostitución y la trata de personas con fines de explotación sexual que se desarrolla a lo largo de la serie. Para fines de este artículo retomaremos la primera y segunda temporada, ya que permite reconocer elementos necesarios para su identificación. Antes de continuar advertimos que este texto contiene spoilers, léase bajo su propia responsabilidad.
La serie creada y dirigida por Anna Negri y Andrea De Sica, se inspiró en un escándalo del 2014 conocido como “Baby squillo” (prostituta infantil). El hecho sacudió a la clase alta italiana y al país entero, pues se trataba de dos niñas de entre 14 y 13 años provenientes de la zona Parioli que se vieron envueltas en una red de prostitución. Este caso dejó al descubierto un cuello de botella en el que habían participado políticos, abogados, empresarios y oficiales de alto rango. Uno de los personajes destacados fue el marido de Alessandra Mussolini, Mauro Floriani, quien mantuvo relaciones con una de las menores.
¿Qué relación existe entre la prostitución y la trata con fines de explotación sexual? ¿Por qué es importante hablar de estos temas en pleno siglo XXI? Descúbrelo en este artículo.
La trata de personas [1] muchas veces se reconoce como un fenómeno que está directamente relacionado con la prostitución, sin embargo, es necesario que estos conceptos sean definidos por separado ya que a veces no se comprende la delgada línea que los divide.
La prostitución resulta compleja de definir, puesto que muchas veces se hace desde el prejuicio. José Rivera la define como:
[…] una modalidad de explotación, ejercida mediante una actividad histórica y organizada, basada en los roles sexuales […] a cambio de un pago inmediato en dinero o bienes que son apropiados en parte por la víctima de explotación y frecuentemente también por terceros organizados en torno a esa explotación.
De acuerdo con Girard Guilló, la prostitución no organizada es aquella en la que no existe una figura de proxenetismo directa, mientras que en la prostitución organizada hay un orden y estructura que la sostiene.
Respecto a la trata de personas, el Protocolo de Palermo en el artículo tercero y apartado a) la define como:
[…] la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos […].
En este artículo también se señala que:
El consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional descrita en el apartado a) del presente artículo no se tendrá en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios enunciados en dicho apartado […].
Es decir, para que se desarrolle el delito no es necesario que los “proxenetas” [2] ejerzan fuerza física porque existen otras maneras para forzar el consentimiento como lo son la presión psicológica, manipulación, amenazas, así como las relaciones afectivas -utilizadas como estrategia de explotación-. Puede que en alguna de las etapas la víctima haya dado su consentimiento, sin embargo, en el momento en que se ejerce alguna de las acciones antes mencionadas se da origen al desarrollo de la trata.
La cruda realidad
Una vez enmarcados ambos fenómenos, procederemos a hablar sobre los elementos que la serie de Baby nos permite identificar sobre la prostitución y la trata de personas con fines de explotación sexual [3], siendo este último uno de los flagelos criminales más difíciles de detectar y detener.
Las dos niñas en las que se basó esta serie son personificadas por Chiara -hija única de una familia bien acomodada- y Ludovica -hija de una madre soltera que sufre una complicada situación económica-, dos menores de edad residentes del distrito burgués de Paroli. En medio de una serie de dificultades familiares y escolares, las dos chicas se encuentran una a la otra hasta formar una amistad.
En una ocasión Chiara y Ludovica se adentran en un club nocturno -Marge- en el que el dueño del lugar -Saverio- les permite ingresar; una vez identificadas, este hombre ordena a uno de los trabajadores -Fiore- que se acerque a la segunda chica con quien posteriormente comienza a relacionarse sentimentalmente. Un buen día, Fiore, al ver que la adolescente atraviesa por problemas económicos para pagar su colegiatura, le entrega un sobre de dinero, para después invitarla a cenar junto a su jefe.
En la cena Saverio le propone a Lodovica que tenga encuentros con hombres a cambio de dinero, apelando a la necesidad económica por la que atraviesa. Ella se niega y se retira. Ya en el colegio le comenta a Chiara lo sucedido y añade que también la quieren a ella. Poco tiempo después, ambas acceden y comienzan a tener encuentros con hombres, entrando así a un circuito de prostitución de menores.
Estos hechos pertenecientes a la primera temporada muestran varios puntos importantes: primeramente, el club nocturno en el que son identificadas Chiara y Ludovica nos muestra los espacios en los que comúnmente los grupos criminales grandes y pequeños hacen “negocios” con la movilización de mujeres; en segundo lugar, la vulnerabilidad económica de Ludovica desde el inicio fue utilizada como un medio para obtener su consentimiento; y finalmente, está el desarrollo de relaciones afectivas como una estrategia de explotación.
Este último punto es relevante porque se trata de un mecanismo de atracción dirigido a menores de edad. La vulnerabilidad emocional, junto a la poca comprensión de los padres, hace que se conviertan en un blanco perfecto. Los criminales que, en su mayoría son mayores de edad, les hacen sentir una supuesta protección, comprensión y amor cuando en realidad hay otro tipo de intereses detrás de ello.
Durante la segunda temporada se muestran varios cambios. Uno de ellos viene con la muerte de Saverio -en la que se ven envueltos Ludovica y Damiano- la cual permite que las chicas se alejen un breve período de la prostitución organizada y comiencen a ejercerla de forma independiente. Sin embargo, Fiore -quien ahora es proxeneta- se da cuenta que Ludovica sigue prostituyéndose y en la primera oportunidad se contacta con Chiara y la amenaza con revelarle todo a su novio -que hasta ese momento no sabía de su segunda vida- si no regresa a trabajar para él.
Chiara al enterarse que Damiano termina trabajando para Fiore como pago por el accidente de Saverio, acepta regresar a la prostitución organizada con la condición de que dejen libre a su novio, y pide además que Ludovica no se vea comprometida de nuevo con la prostitución organizada. No obstante, esto no dura mucho porque esta chica también termina regresando después de haber sido perseguida e intimidada por uno de sus clientes -contratado por Fiore- .
En este punto se puede identificar algunos elementos relacionados con la trata, pues, por un lado, las chicas son amenazadas, orillándolas a regresar a trabajar bajo las órdenes Fiore. Específicamente, es Ludovica la que termina engañada ya que regresa con el fin de sentirse segura, sin imaginar que todo lo que había atravesado había sido una trampa. El engaño y las amenazas forman parte de los mecanismos en que los grupos fuerzan el consentimiento de las víctimas. Las dos amigas terminan de esta forma involucradas en una red de trata que las orilla a ejercer una prostitución forzada.
¿Esto a dónde nos lleva?
El Global Report on Trafficking in Persons (2020), estimó que hasta el 2018 la trata con fines de explotación sexual conformaba la mitad del total de la trata de personas, siendo las mujeres y niñas las víctimas mayoritarias. Esto es congruente si se toma en cuenta que históricamente, el sistema patriarcal se ha valido de la formación de estereotipos y roles a partir de los cuales se han relacionado a las mujeres con su capacidad procreadora y de facilitación de placer hacia los hombres, mientras que la sexualidad de los hombres responde a la recepción de placer.
La dominación sexual forma parte de un tipo de opresión que responde a relaciones de poder y dominio mediante las cuales las mujeres pasan a ser objetos o mercancías a través de su cosificación. La globalización, la internacionalización de la economía y el patriarcado han permitido que la prostitución forzada haya logrado convertirse en un negocio altamente rentable, pues permite que los consumidores puedan satisfacer sus necesidades sexuales.
La práctica de la prostitución en medio de un incremento exponencial de víctimas de trata con fines de explotación sexual ha generado una serie de debates sobre el ejercicio de la misma, ya que durante los últimos años los medios para ejercerla se han trasladado a clubs o centros nocturnos. Asimismo, como todo negocio, han incrementado el número de “empresarios” o proxenetas a nivel mundial, debido a la cantidad de dinero que genera la industria del sexo. La trata de mujeres con fines de explotación sexual se encuentra en los primeros puestos de la economía negra, junto al tráfico de armas y drogas.
Series como Baby nos permite identificar la forma en que se gesta y entrelaza la prostitución y la trata de personas con fines de explotación sexual. Al inspirarse en un caso real de prostitución infantil, nos lleva a reflexionar sobre los medios a partir de los cuales se captan a niñas y mujeres alrededor del mundo para insertarlas a distintas formas de explotación sexual. Si bien en esta ocasión se relató un caso de trata dentro de un lugar específico -Italia-, es importante mencionar que muchas de las mujeres víctimas de trata son trasladadas a otros países con la finalidad de satisfacer la demanda de mujeres a nivel internacional. Las causas por la que se ejerce la prostitución son diversas, sin embargo, hacer visibles los motivos estructurales (políticos, económicos, sociales y culturales) que llevan a las mujeres a ejercerla deben de ser nombradas y atendidas.
La existencia de instrumentos como el Protocolo de Palermo han sido un gran paso en la definición de la trata de personas, no obstante, autoras como Helga Flamtermesky, señalan que aún existe un largo camino por recorer en la complejidad que rodea a este fenómeno, puesto que las discuciones en torno a este, en su mayoría, se llevan a cabo sin consultar a las víctimas del delito. Por esa razón, la autora propone que exista un diálogo mutuo con las mujeres víctimas de trata en el que se les permita proponer y hablar, es decir, convertirlas en agentes de acción y no solo verlas como aquellas que han sido victimizadas.
La gravedad de la sexualización infantil, la industria masiva del sexo, así como la existencia de una demanda constante, continúan fomentando una actividad altamente lucrativa en la que miles de mujeres y niñas siguen siendo violentadas física, mental y sexual. Contrarrestar este flagelo requerirá de una acción conjunta -con actores no gubernamentales y entre Estados-, así como al interior de los Estados en la materia para prevenir, identificar y sancionar el delito. También, es necesario crear políticas públicas que atiendan a las víctimas de explotación sexual desde un enfoque de género que permita una reinserción social. Finalmente, cabe recalcar que para que haya avances sustanciales es necesario que se incorporen las vivencias, los saberes y las propuestas que tienen las mujeres que han sido víctimas de trata.
¿Tú ya habías visto Baby? Si no es así, te invitamos a verla y compartirnos tus reflexiones.
Notas:
[1] La trata de personas también abarca el ámbito laboral: trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas similares, servidumbre y matrimonios serviles.
[2] Aquel que intercambia mujeres.
[3] Incluye la trata para prostitución, así como otras formas de explotación en el ámbito familiar, doméstico y de pornografía infantil.