En estos días, con todo lo que ha ocurrido en el mundo, —de manera específica, con el avance militar ruso en territorio ucraniano—, han surgido, en diversos medios de comunicación, comentarios que sugieren que lo que se observa en el mundo es, nada más y nada menos que la repetición de la Guerra Fría, el nazismo, las guerras mundiales, u otros hechos históricos. En este artículo se ponen sobre la mesa una serie de argumentos para discutir el porqué de no plantear que la historia se repite, pues esto replica una concepción lineal de la historia y oculta, entre narrativas bien construidas, algunas justificaciones para acciones políticas con fines específicos; para ello, se utiliza como pretexto la aventura que los hijos de Adán y las hijas de Eva tuvieron con el príncipe Caspian en la segunda entrega de C.S. Lewis (y Disney).
La Segunda Guerra Mundial asoló al mundo, pero especialmente a Europa, que fue el escenario principal del enfrentamiento. El mundo, como se le conocía hasta entonces, sufrió muchos cambios no solo políticos, sino geográficos, económicos y políticos. El fin de la guerra significó el surgimiento de nuevos agentes internacionales que fueron determinando, a su vez, el curso de las relaciones mundiales de los siguientes años. Alegóricamente, es en medio de este contexto del mundo humano que el príncipe Caspian de los Telmarinos, por medio del cuerno de Susan Pevensie, hace un llamado a los reyes y reinas de antaño después de su larga ausencia de 1300 años.
Cuando Peter, Susan, Edmund y Lucy Pevensie vuelven a Narnia, descubren rápidamente que el lugar que habían conocido como Narnia no existía más. Ese mundo había sido devastado: las criaturas mágicas se ocultaron en un bosque cuyos árboles, que alguna vez danzaban, cayeron en un sueño profundo; los animales que solían hablar habían sido silenciados, y la paz que prevalecía durante su reinado se había perdido. Lxs Pevensie deben unirse al príncipe de Telmar para derrotar a su tío, quien pretende terminar, de una vez y para siempre, con lxs narnianxs en ausencia de Aslan, quien para entonces es más bien una vieja leyenda.
Con esto en mente y regresando a lo que sucede en la vida real, se puede retomar la lección de Aslan sobre la forma en que suceden las cosas. Si bien es cierto que hoy día se observan semejanzas con eventos de la historia, son solo algunas cosas las que con el paso del tiempo permanecen como fueron; la gran mayoría han cambiado y, por lo mismo, la historia no se repite.
Como primer ejemplo, podemos decir que Rusia en realidad no se está enfrentado contra los Estados Unidos por la hegemonía global, como sí sucedía en el periodo de la Guerra Fría. Tomemos en cuenta que Rusia no existía, sino que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) quién se enfrentó con una alternativa ligada al modelo del socialismo real contra un proyecto político económico de libre mercado y el sistema capitalista de producción de Occidente encabezado por los Estados Unidos. Propiamente, fueron los Estados Unidos, quienes establecieron al comunismo como el “enemigo de las democracias libres de Occidente”, y han utilizado este viejo discurso con fines de justificación de su intervención en esta y otras regiones, no obstante, las circunstancias reales poco tienen que ver con aquellos tiempos.
Tal es el caso, también, de China como agente cercano al presente conflicto en la región. Hasta hace unos años, pocos si consideramos la gran data histórica, el país Oriental recobró presencia internacional como resultado de su ingreso económico en mercados latinoamericanos, asiáticos y africanos. Lo anterior se debe, a su vez, a cambios sutiles en la aplicación de su modelo político que, al igual que el ruso, se ha ido suavizando en términos de su relación con Estados que no se alinean con su forma de organización política.
Un ejemplo más sería el nuevo escenario europeo y la actual Unión Europea (UE), un agente supranacional [1] cuyo desarrollo histórico no ha terminado, pero que se ha conformado como una fuerza relevante en el panorama internacional. Su historia puede ser rastreada desde 1957 y hasta nuestros días, ya que es una respuesta a las Guerras Mundiales y las crisis económicas consecuencia de estas. Un esfuerzo por conservar, al interior, la paz en el continente. Desde entonces, la UE ha sufrido diferentes reformas, incorporaciones, e incluso, recientemente, retiradas; sin embargo, la importancia de la integración regional y la idea de la defensa mutua siguen siendo dos de sus principales motivos. Su rol es especialmente importante hoy en día que observamos, en el marco del conflicto ruso-ucraniano, que el presidente ucraniano pidió a Bruselas, adelantar su ingreso a la Unión, mismo que desde hace años han buscado, pero que al, igual que a otros Estados, si bien no les ha sido negada, ha sido aplazada con todas las excusas imaginables (como es el caso de Turquía).
Se pueden seguir exponiendo ejemplos, pero bastan los anteriores para entender el punto: la historia no se repite por mucho que algunos agentes aparentemente sean los mismos que en el pasado. Narnia juega con estas ideas en repetidas ocasiones, pero especialmente con la noción de cómo los participantes del relato pueden ser en apariencia los mismos, pero en realidad han cambiado.
El señor Tejón, en una de las asambleas narnianas, apunta que “un enemigo común puede unir a los más viejos adversarios”. Y que más real que eso, si damos un vistazo tanto a la escena en la que minotauros y centauros pelean juntos, como a la realidad y la historia en la que agentes del sistema cambian sus posiciones y narrativas según sea el caso o el contexto, no únicamente por fría conveniencia, sino por reales convicciones, eso es importante pues nos ayuda a comprender que es irreal pensar que hay buenos y malos en los conflictos o que siempre será así.
Basta decir que, antes de 1945, el gran enemigo común tanto de Estados Unidos como de la URSS era el nazismo alemán; en contraste, hoy Alemania es una de las principales potencias de Occidente y hasta hace poco, la excanciller Angela Merkel y el presidente ruso, Vladimir Putin, tenían una relación muy cercana. Así como pasa en Narnia, para la humanidad es más fácil encontrar recurrencias y similitudes que ayuden no solo a comprender el pasado y el presente, sino a prospectar el futuro, en este último punto se encuentra el mayor de los conflictos que quisiéramos exponer hoy pues estas recurrencias y similitudes no son suficientes para determinar las condiciones del futuro o la idea de repetición de algún escenario del pasado en el presente.
Hacia el final de la historia de los hermanos Pevensie y Caspian, Lucy es la encargada de buscar a Aslan, el Gran León, para pedirle ayuda en la guerra que está por estallar entre narnianos y telmarinos. Cuando se encuentran, Lucy pregunta a Aslan por qué no se presentó igual que cuando venció a la Reina Blanca. Aslan responde que las cosas nunca pasan del mismo modo dos veces. Esa idea es fundamental para comprender tanto ésta como las otras historias que escribió C. S. Lewis. No se sabe a ciencia cierta si su intención era generar tal conciencia, en tanto que era conocedor de la historia, la filosofía y otros saberes; lo que sí es posible señalar es que ya comprendía que la historia no solo no es un ciclo que se repite en bucle sobre una línea fija.
La linealidad de la historia hace referencia a la concepción de que la realidad es una serie de acontecimientos sucesivos en el tiempo que provocan que cosas pasen. En otras palabras, es una forma de concebir la realidad, tanto local como global, de forma teleológica [2], en la que es fácil plantear que si ha sucedido un fenómeno A y un B en suma tendrían que devenir en un escenario C. A manera de ejemplo, es asumir que si han sucedido la Primera y la Segunda Guerra Mundial, inevitablemente es el anuncio de una tercera.
Es importante aprehender la realidad tomando en cuenta que ésta es una suma de factores e interacciones que suceden en múltiples líneas del tiempo Esto no quiere decir, por muy bien que suene, que nos referimos al multiverso, sino que en verdad es posible concebir el tiempo y los fenómenos de manera diferenciada dependiendo de en qué parte estamos ubicadxs. Tal como sucede a los Pevensie, no es que Narnia sucedió antes o después del fin de la Segunda Guerra, sino que dependió directamente del lugar en que se encontraban. Para nostrxs, los conflictos internacionales de los que somos conscientes gracias a los medios de comunicación, las redes sociales y otras fuentes, suceden en un espacio diferente de tiempo. Incluso el trayecto que tiene la información y los cambios que sufre al pasar por muchos filtros, provoca que entendamos de una o de otra forma el acontecer mundial, que no necesariamente es la realidad tangible.
Esto último es muy importante porque los agentes del conflicto, especialmente los gobiernos, se valen de narrativas históricas lineales para justificar su actuar de una determinada manera. Por ejemplo, decir que Putin es un nuevo Hitler es una narrativa lineal que pretende a un agente de la realidad internacional como una repetición de otro personaje con un contexto, realidad y capacidades muy diferentes al actual dirigente ruso; sin embargo, es útil para los fines específicos de un grupo de interés en el conflicto. Por otro lado, tampoco Rusia o Putin están exentos de observar esta nostalgia histórica utilizada con el fin de justificar una serie de acciones militares y ataques contra otro Estado, o de nombrar a los Estados Unidos, la OTAN, o la Unión Europea, de formas en que la población o la opinión pública internacional justifique su actuar.
En suma a todo lo que se ha planteado, es importante anotar que, si bien ni la historia, los personajes, las formas, ni los medios se repiten, existen diversas regularidades o similitudes en la realidad. Estas, más que funcionar como elementos para asegurar el curso del futuro, han sido históricamente utilizadas como justificatorias de acciones políticas o económicas. Esto no quiere decir que debamos mantenernos ajenas o ajenos a la realidad, sino que antes de “tomar partido” debemos considerar que las razones por las que algo acontece son múltiples y que a nuestras manos llegan ya decantadas por varios filtros políticos, comunicacionales, geográficos entre otros. Cualquier persona, analista, gobierno o agente que pretenda reducir cualquier conflicto o fenómeno a enunciados reduccionistas que presenten un escenario binario de buenos y malos; nuevos o viejos; negros o blancos; puede no estar lo suficientemente bien informadx, o bien tener una intención de por medio en favor de alguno de los agentes en conflicto.
Se debe recordar que, como dice el Gran León, “nada sucede de la misma forma dos veces”. Podríamos hacer también uso del aforismo de Heráclito; “nunca me he bañado en el mismo río dos veces, porque siempre son nuevas aguas las que recorren sobre mí”. Según cualquiera de los dos, es necesario, al analizar y buscar entender lo que acontece hoy en día en el mundo, ampliar el foco de observación de manera tal que no caigamos en la trampa de la linealidad o de las narrativas con fines especiales.
Te invitamos a seguir pendiente del mundo y por supuesto de lo que hacemos en Erreizando para que puedas tener esa perspectiva ampliada de la que hemos hablado.
Notas:
[1] La noción de supranacionalidad surgió de la mano de la CECA el primero de los esfuerzos intra europeos de unidad. Hace referencia a las capacidades que un agente común creado por las partes tiene. Es superior a estás por acuerdo de las mismas las cuales le dotan de independencia cediendo algunas de sus competencias (Barrera, 2002).
[2] Con un principio y por lo tanto con un fin determinado.
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Agradecemos tu comentario, un abrazo.
Gran artículo.
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Excelente artículo muchas gracias seguimos al pendiente de más información interesante.
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