Erika Muñoz Colaboradora Invitada
gtz.erika99@gmail.com
Comparte!
No cabe duda que el heredero de Industrias Stark, más allá de ser un criminal de guerra multimillonario [1] es también un ingeniero armamentístico con gran talento, lo que se puede evidenciar a través de las armaduras que crea dentro del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM); cada una muestra el desarrollo de Tony Stark no solamente como protector de la Tierra, sino que, de igual manera, vislumbra las nuevas amenazas que se presentan en el mundo, desde grupos terroristas, hasta un genocida de otro planeta.
La transformación de Stark en Iron Man deviene de su estancia en Afganistán a manos del grupo terrorista Los Diez Anillos, quienes se encargan de mantener cautivo a Tony con la promesa de liberarlo hasta que construya un misil Jericó para ellos; sin embargo, el astuto heredero crea una armadura motorizada que le permite escapar de su secuestro.
Construir armaduras más sofisticadas, una tras otra, no es solamente un pasatiempo para Stark, es también su manera de proteger al mundo y la base de su emporio, lo que le permite formar parte de una de las industrias más grandes a nivel mundial: la armamentística. Los trajes de Iron Man son emblemáticos en sí mismos y sorprenden por el complejo nivel de tecnología que poseen, así como por su refinamiento a lo largo del UMC.
Desde su primer traje en Iron Man: El Hombre de Hierro, el Mark I, creado bajo cautiverio en un país de Medio Oriente, hasta el Mark 85, con el que nos sacó un par de lágrimas en Endgame, las armaduras de Stark fueron modificadas con los más altos estándares tecnológicos, permitiéndole no solamente poder volar, sino también controlarlas a larga distancia.
Aunque pareciera que los trajes de Tony Stark son solamente una invención de la industria cinematográfica de los superhéroes y que se ve como lejana la creación de éstos, la realidad nos sorprende una vez más para recordarnos que la guerra y la tecnología forman el binomio perfecto para los países que se enriquecen a expensas de la creación de conflictos armados internacionales o locales.
Cuando Stark da muestra de que sufre de Trastorno por Estrés Post-Traumático, se refugia en su taller y crea la Legión de Hierro, un grupo de Sistemas de Armamento Autónomos (SAA) de los que se sirven los Vengadores como apoyo en combate y que terminan por ser destruidos luego de la Batalla en el Norco y posteriormente, al hacer frente a Ultrón [2]. La Legión de Hierro es un conjunto de armaduras que comprenden desde el Mark VII hasta el Mark XLI y que funcionan como cualquier dron de uso personal: son vehículos aéreos no tripulados que pueden ser controlados a la distancia o programados para su uso.
A nivel internacional, los SAA ya se encuentran en desarrollo e incluso han sido utilizados -aunque no en el campo de batalla-; no se han tipificado, ni codificado, por ende, no existe una conceptualización universal de este tipo de armamento. De acuerdo con el Departamento de Defensa de Estados Unidos y Human Rights Watch, se entiende por Robots Autónomos Letales -otro nombre que reciben los SAA- a los “sistemas de armas robóticas que, una vez activadas, podrían seleccionar y atacar objetivos sin necesidad de ninguna intervención de un operador humano.”
Dependiendo de la cantidad de intervención humana, este tipo de armas se divide en tres categorías:
1) Human in the loop: permite a los humanos tener el control directo de las reacciones de la maquinaria. Pueden seleccionar objetivos, impartir fuerza o atacar con comandos emitidos por el controlador.
2) Human on the loop: es el sistema mediante el cual, el robot puede llevar a cabo un proceso de selección independiente al comando humano, pero que continúa permaneciendo bajo la supervisión en tiempo real de un operador, que tiene la capacidad de anular cualquier decisión.
3) Human out of the loop: bajo este sistema, el robot puede buscar, identificar, seleccionar y atacar a objetivos sin necesidad de tener un controlador en tiempo real. Pueden ser descritos como automáticos cuando su capacidad autónoma de detectar y atacar objetivos se limita a un entorno relativamente restringido, predefinido y controlado; y se les concede el título de completamente autónomas cuando son capaces de llevar a cabo estas tareas en un entorno abierto e impredecible.
Los SAA no pueden ser utilizados en un conflicto armado debido a su incompatibilidad con los principios rectores del Derecho Internacional Humanitario y porque han desatado grandes controversias jurídicas y morales dentro de la comunidad internacional por una “deshumanización” de la guerra -como si ésta fuera humana en sí- producto del grado de intervención que puede o no, tener una persona para dirigir ataques a través de este armamento.
Sin embargo, esto no significa que su uso esté totalmente restringido, si bien los SAA no son robots o armaduras como las de Tony Stark, sí han sido utilizados los Robots Samsung Techwin que se encuentran desplegados en la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur, o el US Phalanax System: un cañón guiado por un radar, controlado por computadora y de disparo rápido que puede detectar misiles antibuques y aeronaves.
Las ventajas del uso de estos sistemas se destacan principalmente en cuestiones militares: multiplican fuerza, permiten expandir el campo de batalla, reducen exponencialmente el número de bajas de los combatientes, acortan distancias entre el puesto de control y el sistema propio y, junto con los soldados, permiten formar una red de geolocalización que facilita la elección de tácticas a seguir.
A pesar de las ventajas militares que pueden representar, el principal problema con estos sistemas radica en la responsabilidad de las partes respecto a su empleo -una forma de que los Estados no se salgan con la suya, como lo hace Iron Man-. La responsabilidad para garantizar la rendición de cuentas es fundamental para la protección de los civiles y posibles víctimas de crímenes de guerra.
Sin embargo, si bien existe una normativa aplicable a personas por responsabilidad individual, al hacer uso de los SAA es difícil definir con exactitud quiénes participaron en ataques que pudieran dañar objetivos no militares, provocando una laguna legal y con ello, impunidad a aquellos que hacen uso de este armamento sin considerar todas las implicaciones que de su accionar devienen.
Así como Tony Stark lo hace en cada película, el potencial de las tecnologías de ciertos sistemas con determinados grados de autonomía dejó de ser una fantasía para convertirse en una realidad, están siendo desarrollados por varios países y son empleados en otros ámbitos fuera del estrictamente referente a la guerra. No podemos negar que los SAA ponen en tela de juicio relevantes aspectos jurídicos y éticos, principalmente referentes a la atribución de responsabilidad por daños no intencionales y por la deshumanización de la guerra3.
La inteligencia artificial y los avances tecnológicos crean vacíos de responsabilidad y vuelven difícil la rendición de cuentas en virtud de previsibilidad y fiabilidad, ya que no se sabe con exactitud la manera en que los SAA puedan actuar en conflictos armados. En los próximos años este tipo de armamento podría sofisticarse aún más, por lo que se vuelve necesario tenerlo en la mira, ya que la industria armamentística no se esperará a reunir cinco gemas para darle fin a la vida en la Tierra.
Notas:
[1] En Iron Man I la opinión pública y algunos miembros del gobierno lo catalogan como un criminal de guerra; en la práctica internacional un criminal de guerra es una persona que comete violaciones al Derecho Internacional Humanitario, es decir, a las normas que rigen la forma de llevar a cabo la guerra.
[2] Ultrón es una Inteligencia Artificial creada por Tony Stark y Bruce Banner mediante un código derivado de la Gema de la Mente, su objetivo era proteger a la Tierra, sin embargo, Ultrón creó una serie de cuerpos huéspedes, considerando a la humanidad como la principal amenaza para la tierra, intentando cometer genocidio.
[3] Meza, M. (2016) Los sistemas de armas completamente autónomos: un desafío para la comunidad internacional en el seno de las Naciones Unidas. Instituto Español de Estudios Estratégicos, España, 16 pp