Rebeldía kpopera



Luis Andrés González Gutiérrez

luisandresgg@erreizando.com


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El 2020 ha sido un momento importante para el ciberactivismo. La lucha por diferentes causas se ha tenido que llevar a cabo a través del ciberespacio por la contingencia sanitaria que hemos vivido. En este contexto, las comunidades cibernéticas, como la de fanáticos y fanáticas del K-pop, la música popular coreana, tienen ventaja por los años de experiencia de organización en línea. Los y las llamadas kpopers (keipopers) han tenido gran participación en las manifestaciones sociales del año.

El K-pop ha estado en la mira de internacionalistas desde su despegue en la última década del siglo pasado por ser claramente una herramienta de softpower o poder suave para el gobierno de Corea del Sur. Esto se refiere a que el país ha mejorado su reputación y ha aumentado su influencia al convencer a las audiencias internacionales de sus bondades esparciendo su industria cultural. Efectivamente, muchas personas se sienten cada vez más atraídas por el país por su contacto con la música y el gobierno lo ha alimentado a través de la diplomacia cultural. Esto ha traído muchas ventajas económicas y políticas al país.

Este año lo volvieron a demostrar, con mayor capacidad y mayores efectos que nunca. No solo fueron de las primeras comunidades en ver por la campaña de #IAmNotAVirus que tenía por objetivo detener la discriminación hacia personas asiáticas cuando comenzó el brote de coronavirus; también han sido parte de otros movimientos feministas y en contra del racismo.

A raíz del movimiento #BlackLivesMatter y el #BlackOutTuesday surgió también la contraprotesta de #WhiteOutWednesday. La comunidad kpopera saturó este hashtag y otros con imágenes de sus artistas favoritos. Saboteó por completo este intento de invisibilizar la protesta en contra de el abuso policiaco en Estados Unidos.

Poco después boicotearon un mitin político parte de la campaña de reeleción de Donald Trump. Los y las kpoperas reservaron miles de asientos del evento en la ciudad de Tulsa y los dejaron vacíos; el jefe de campaña del candidato dijo que había millones de solicitudes, pero la locación del evento solo supero por poco las seis mil personas. Querían demostrar su capacidad de acción, pero también dar a entender cuántas personas están en contra del presidente de los Estados Unidos.

Finalmente, formaron también parte de la petición de Mia Khalifa para poder bajar sus videos de una de las redes de pornografía más grandes, Pornhub. Mia es una mujer que fue orillada a hacer videos pornográficos por un tiempo cuando a penas tenía 21 años, hoy en día es activista en contra de la industria. Después de que ella revelara que es fan de GOT7, uno de los grupos de K-pop, la comunidad salió a apoyar su petición de Change.org. Atacaron directamente una de las industrias machistas más grandes del mundo.

El ciberactivismo se ha vuelto parte de la vida en un periodo de pandemia. Por su interconexión global ha atraído nuestros ojos como internacionalistas; resulta que la capacidad de mover comunidades enormes a través de la red también sirve para hacer justicia social a nivel internacional. Las y los kpoper han demostrado a los y las internacionalistas ser rebeldes con gran margen de acción.

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