La pandemia de COVID-19 ha cambiado nuestro estilo de vida en una gran cantidad de aspectos: la manera de tener relaciones románticas, cómo hacemos activismo social y hasta la forma de estudiar; todo ha entrado a una lógica virtual. Las medidas sanitarias de cuarentena y el repensar de nuestras actividades diarias han cambiado nuestras rutinas completamente, y un aspecto a tener en cuenta es el cuidado de nuestra salud física; incluyendo el ejercicio y la alimentación. La consulta nutricional con expertos parece estar siendo sustituida por lxs llamadxs influencers fit como Patry Jordán o Bárbara de Regil, pero ¿qué tanto pueden ayudarnos a cuidar de nuestros cuerpos y mentes?
Desde hace varios años, la obesidad y el sobrepeso se han considerado como enfermedades epidémicas a nivel global, un fenómeno conocido como globesidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que son enfermedades de alto riesgo por las consecuencias que pueden implicar; una de ellas es el rápido deterioro que puede sufrir una persona al tener otras enfermedades. Esto las hace sumamente peligrosas. El hecho, además, de que suele no atacarse institucionalmente como un riesgo para la salud pública, las coloca como factores de riesgo en la sociedad internacional.
No se debe perder de vista que estas enfermedades son evidencias de la severa desigualdad que se vive a nivel global, lo cual resulta paradójico porque están relacionadas con la alta ingesta calórica y la sobresaturación alimenticia (mucha comida y/o de mala calidad). Pero estas enfermedades están presentes en todos los países, incluso en aquellos de renta baja y con altos índices de pobreza. La complejidad de estas enfermedades y los contextos en los que se presentan se relacionan, también, con la mala educación sobre la salud, la producción masificada de alimentos que abaratan la comida chatarra y otros factores que relacionan la pobreza con la obesidad, a pesar de que normalmente se asocia con el hambre.
En este tiempo de pandemia, la obesidad ha sido un tema bajo los reflectores por dos razones. En primer lugar, las personas con obesidad han sido identificadas como un grupo de riesgo de mortalidad al contraer el coronavirus. En segundo lugar, y en lo que se enfoca este artículo, se encuentra el aumento de peso por el cambio de hábitos en las personas, principalmente por no poder salir de casa o asistir al gimnasio y, en general, al transicionar a lo sedentario de la vida remota y virtual.
La principal forma de combatir la obesidad y el sobrepeso es, y siempre ha sido, la modificación de los hábitos alimenticios, bajo supervisión médica/nutricionista, para que disminuya la ingesta calórica y se logre establecer una dieta balanceada, completa y suficiente. Esto, en combinación con rutinas de ejercicio adecuadas que consuman una porción de las calorías ingeridas en los alimentos y hagan trabajar el sistema cardiovascular, genera un déficit calórico que facilita la disminución de peso.
Muchas personas, previo a la pandemia, llevaban a cabo actividades físicas en la vida diaria como caminar, practicar deportes en grupo o subir escaleras a la oficina. Con el cambio de vida a la virtualidad y lo sedentario de trabajar desde casa, muchas personas han buscado alternativas para disminuir o no subir de peso, como los videos instructivos en internet.
De lo anterior, creadorxs de contenido o influencers fit (como se les llama por generar contenido para estar en forma o fitness) han adquirido gran popularidad. Ejemplo son dos instructoras que han crecido en seguidorxs desde que empezó la pandemia: Patry Jordán en su canal Gymvirtual de Youtube y Bárbara de Regil en su cuenta de Instagram. La primera cuenta ahora con 11.5 millones de seguidores, de los cuales se calcula que puede ganar hasta 110 mil dólares al mes. La segunda tiene alrededor de 8 millones de seguidores. Ambas notaron, al inicio de la primavera del año pasado (coincidente con la declaración de pandemia mundial el 11 de marzo), un crecimiento importante en el número de seguidores, casi de un millón cada una.
Ellas dos son comúnmente mencionadas entre las personas que han querido perder peso o mantener su figura en los tiempos de la pandemia. Las personas siguen sus rutinas de ejercicio y preguntan por tips para “lograr tus objetivos” y “verse como ellas”. Sin embargo, su plataforma ha rebasado sus propósitos originales y ahora abordan recetas y dietas o, incluso, se promueven como estándar de belleza y forma de cuerpo (sobre todo en el caso de Bárbara de Regil, que es originalmente actriz y modelo). Finalmente, influencian a las personas en su forma de buscar bajar de peso.
Aunque es importante implementar formas para seguir cuidando de la salud y el peso desde el hogar, debe hacerse de la manera correcta. Patry y Bárbara quizá no lo sean. Ellas tienen un negocio, y consiste en generalizar sus experiencias en relación con el peso y el ejercicio con el fin de comerciarlas en masa; no deben verse como un sustituto a nutricionistas o médicxs que puedan establecer una dieta correcta a cada paciente.
Recordemos que los asuntos de la obesidad y el sobrepeso se deben de ver como cuestiones de la salud en toda su complejidad, de manera física y mental, contextual, social e individual. Si bien Patry y Bárbara son buenos ejemplos para ejercitarse en el grueso de la población, puede que no sean un gran ejemplo para las personas que no cuentan con un cuerpo que se adecúe a sus rutinas o que no tienen previa observación de algún nutriólogx. Incluso representan un modelo dañino para personas que tienen otros tipos de desórdenes alimenticios relacionados con la percepción corporal. A esto se le llama intrusismo profesional.
El problema se encuentra, de nuevo, en la realidad de la epidemia de la globesidad. El sector público ha fallado en dimensionar esta situación, por lo que ha encarecido el cuidado bariátrico. Hay personas que viven con obesidad y sobrepeso que no cuentan con recursos para atenderse con una persona especialista en medicina bariátrica o en nutrición; o acudir con entrenadorxs profesionales, y/o psicólogxs o psiquiatras que atiendan en su conjunto el problema.
Por otro lado, también debemos recordar el problema de la gordofobia tanto en lo sistémico como en lo individual. Estxs influencers pueden contribuir a perpetuar los estándares sociales que propician conductas hirientes y empeorar la mala autopercepción de personas que luchan con un desorden alimenticio, provocando que caigan en un círculo vicioso de sobrepeso, anorexia, bulimia, vigorexia, obesidad u otras enfermedades combinadas con la falta de autoestima, mala alimentación y desinterés por la salud.
En conclusión, todo esfuerzo por controlar nuestro peso debe de estar supervisado por una o un profesional de la salud. En este tiempo de pandemia, tendremos que adaptar nuestros hábitos a las circunstancias, pero aún con ello debemos asegurarnos de no afectar nuestra salud. Cuando sigamos las rutinas y consejos de influencers como Patry y Bárbara, hay que hacerlo bajo el visto bueno de un médico o nutricionista que nos asegure que lo que recomiendan se ajuste a nosotrxs. Y, finalmente, debemos hacerlo siempre desde una perspectiva del amor propio y el cuidado de la salud física y mental, no por querer vernos fit.
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