Madrid se dividió por un rapero



Isha Yaffit Téllez

ishatellez@politicas.unam.mx


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A la canción que tiene un alto grado de lucha y denuncia contra las injusticias, se le conoce comúnmente como “canción protesta” [1]. Su objetivo es reflejar la realidad en la cual una sociedad se está desenvolviendo, cumpliendo con ello dos propósitos: el primero, resaltar las acciones corruptas de los gobiernos, y el segundo, llegar de forma digerida y abierta a todos los estratos sociales con el fin de dejar grabado en el universo simbólico colectivo la idea que se está defendiendo. La canción de protesta sirve, de este modo y en muchas ocasiones, como el estandarte que fomenta e invita a la lucha de la sociedad en contra de las iniquidades que vivimos. 

Existen numerosos casos de canciones de resistencia en el mundo. Empezaremos por mencionar algunos ejemplos en América Latina como “Latinoamérica” de Calle 13 o la canción del grupo chileno Inti Illimani llamada “El pueblo unido jamás será vencido”, que rescata precisamente el valor que tiene la sociedad al unirse en contra de los gobiernos opresores.

Sin embargo, ¿se podría pensar que este tipo de canciones existen en Europa? Son países que tienen (al menos antes de la pandemia) mejor estabilidad económica, donde las desigualdades no presentan una gran brecha como en los países latinoamericanos, sus sociedades gozan de mejor previsión social y cuyos índices de violencia son considerablemente menores. Tomando en cuenta todo lo anterior, ¿por qué una sociedad europea vería la necesidad de protestar en contra de su gobierno? No tengo una respuesta concreta, pero en este artículo te contaré mi experiencia en las protestas por Pablo Hásel, un rapero español encarcelado el pasado 16 de febrero de 2021 en la Comunidad Autónoma de Cataluña bajo cargos de terrorismo. 

Aquí un breve recuento de su encarcelamiento. Los Mossos d’Esquadra (como se le llama a la policía en Cataluña) entraron el martes 16 de febrero en la Universidad de Lleida para detener al rapero Pablo Rivadulla Duro, conocido como Pablo Hasél, quien había pasado la noche en la Universidad atrincherado con el resto de sus simpatizantes, pues desde el viernes 12 de febrero de 2021 desobedeció la orden judicial impuesta por la Audiencia Nacional para ingresar voluntariamente en prisión tras ser condenado a nueve meses de cárcel por “enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona”.

La principal razón por la cual se le acusa es por “promover el terrorismo” a través de las letras de sus canciones de rap (género históricamente emanado de los barrios negros e hispanos de Nueva York que señala las inequidades sufridas por estos grupos) y sus twits en los que incita a la violencia; en especial, en contra de la Corona Española. Hásel se ha amparado en la libertad de expresión para escribir y difundir letras como: “[…] no me da pena tu tiro en la nuca, pepero […]”, “[…] que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono […]”, “[…] donde muchos comunistas ni conocen a los Grapo, yo sí respeto a quien más de un cerdo mató […]”, “Ojalá vuelvan los Grapo”, “Gora ETA” o “[…] merece que explote el coche de Patxi López”.

El problema que más aqueja al caso de Pablo Hásel es el de la división de la sociedad española. Para conocer sus opiniones más a fondo, les pregunté directamente. Lo que se ha notado en Madrid es que, dependiendo el nivel educativo de las personas, la posición política que mantienen es distinta: quienes afirmaron tener la preparatoria inconclusa o estar cursándola están a favor de la Corona y consideran que se debía encarcelar a Hásel por promotor del desorden; mientras que los universitarios y la generación que vivió durante la época franquista apoyan al rapero, argumentando que la monarquía debe desaparecer. 

Como pude constatar, en “El Sol” –la plaza central de Madrid, el 17 de febrero de 2021 a las 18:00 horas aproximadamente– se dio lugar a mucha confluencia de gente, como suele haber, pero con la diferencia de que también había muchos policías y patrullas rodeando la zona. La pregunta es ¿por qué? Al llegar al centro de la plaza, justo al lado de la estatua ecuestre de Carlos III, que simboliza la figura del dirigente que vela por el pueblo, se lee en inscripción romana que: “Goberno y modernizo el pais con ayvda de notables politicos, reformadores, pensadores, cientificos y artistas. fortalecio la jvrisdiccion ordinaria y el poder civil frente a otros poderes”, habían al menos 300 personas reunidas.

Las personas que nos reunimos ese día éramos de todas las edades, desde el joven de 16 años que apenas está aprendiendo a discernir el mundo en el que vive, hasta el hombre que creció con el Franquismo. Todos tenían algo en común: gritaban consignas como “¡Los Borbones son unos ladrones!”, “¡Pablo Hásel saldrá de la cárcel!”, “¡España opresor!”. Protestaban en contra del encarcelamiento de Pablo Hásel por considerarlo una violación a la libertad de expresión. Desde la visión de los manifestantes, el rapero no cometía ninguna injuria hacia la Corona Española, como se le sentenció, sino que decía una verdad que toda España quería gritar desde hace tiempo.

A las 20:00 horas, lo que había sido hasta ese momento una manifestación pacífica, se convirtió en una noticia internacional: Madrid estaba hecha un caos, los manifestantes se enfrentaban a los policías como resistencia al desalojo que se les efectuaba con pretexto del toque de queda por la pandemia de COVID-19, lo cual incitó a una rápida escalada de violencia. Se escuchaban las detonaciones de las armas que cargaban o el estruendo del fuego que hacían los botes de basura que prendieron los manifestantes. He de decirlo, me tocó correr para que las botellas de vidrio no nos alcanzaran e incluso me tocó caminar hasta casa porque no había Metro disponible. El saldo fue de 34 detenidos.

Lamentablemente, al día siguiente, Madrid era la misma, controlada por la policía. “El Sol”, tranquilo y brillante, un edén para turistas. Hásel en la cárcel, el Rey en su despacho. Aunque logró dividir a la sociedad española.

A partir de ese acontecimiento, fue muy común ver a las personas de todas las edades discutir en las calles de Madrid acerca del caso Pablo Hásel: desde el bar hasta la heladería se escuchaban a jóvenes y no tan jóvenes debatir sobre si el encarcelamiento de Hásel tenía razón o no de ser. ¿Por qué es tan importante que un rapero esté ahora mismo en la cárcel? Vamos, que estamos hablando de un rapero conocido más localmente, con apenas 109 mil seguidores en Youtube, muchos de los cuales consiguió precisamente por su encarcelamiento. ¿Por qué su caso sigue causando tanto revuelo en la sociedad española?

Parecería que las personas están hablando acerca de si fue legítimo o no su encarcelamiento, cuando lo que en realidad se está discutiendo es acerca de sus ideales políticos: es implícito que en el caso de Pablo se tengan que discutir cuestiones como la legitimidad de la Corona Española para gobernar hoy en día, la carga económica que ello implica para los españoles, la limitación que existe para decir o no ciertas cosas dentro de la letra de una canción, etc. En todas y cada una de las discusiones que hay hoy en día en España sobre Hásel, las personas discuten al mismo tiempo de sus valores políticos y sus creencias porque con ello verían cubierta o asegurada su capacidad de acción dentro de la sociedad.

Este caso es sumamente controversial porque dentro del grito de hartazgo de una parte del pueblo español que ve en la música una forma de protesta, existe también una parte opositora de la misma sociedad, que busca callar las voces inconformes, que deslegitiman y que instintivamente aplauden las acciones del gobierno de la derecha actual. Una canción de protesta no representa a toda una sociedad ni las necesidades o deseos de todo el pueblo porque el pueblo en sí no es homogéneo ni tiene los mismos intereses o capacidades de acción para la supervivencia, incluso en los países europeos.

Las canciones de protesta emiten palabras cansadas y llenas de coraje en contra de las élites en el poder, las cuales, cabe destacar, se encuentran en constante lucha, sobre todo cuando están en crisis y declive. Los debates que surgen y dividen a la sociedad española a partir del encarcelamiento de un rapero medianamente conocido en su propio país generaron caos en las calles de Madrid y Barcelona. Además de ser símbolo de una sociedad harta de un sistema que lleva siglos de ser, es también la expresión de la propia lucha de clases en la cual, inconscientemente, la gente defiende aquellos valores que considera superiores para seguir conservando o no sus privilegios, ya sean éstos reales o fundados discursivamente.

Mi breve experiencia en un Madrid dividido fue sumamente tranquila al inicio a pesar del amontonamiento de la gente y de las numerosas patrullas de la policía nacional. Jamás olvidaré a aquella mujer de 70 años que con su rebosante mano adornada con un anillo de oro agarraba su bastón para no perder el equilibrio, mientras con la otra tomaba una pancarta apoyando la liberación de Hásel. Jóvenes, adultos y ancianos por igual se unieron por una causa, para defender un aspecto de su dignidad como ciudadanos: la libertad de expresión limitada por los Borbones

Jamás imaginé sentir como propia la indignación de los españoles en ese día. Es precisamente la indignación la que moviliza. Vi golpes, llanto, enojo, gritos, sangre, ancianos tirados en el piso luchando por una causa y defendiendo lo que años atrás perdieron por un gran lapso.

Para concluir, de ahora en adelante, cuando escuches que un rapero está en la cárcel y veas que cientos de personas salen a las calles a protestar por su liberación, serás consciente de que las letras de las canciones de protesta se impregnan tanto en el alma y mente de las personas, que son capaces de provocar divisiones sociales. Dichas divisiones sociales existentes no solo en España sino a nivel mundial, no son fortuitas, pues responden al sistema de poder que se mantiene únicamente porque la sociedad lo sigue abrazando, pero ahora es esa misma sociedad la que grita por acabarlo.


Notas:

[1] Pedraza Robayo & Ibeth Myriam, “La canción social como expresión del inconformismo social y político en el Siglo XX”, en Calle 14: revista de investigación en el campo del arte, vol. 10, núm. 16, mayo-agosto, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Colombia, 2015, pp. 54-66.

2 comentarios sobre “Madrid se dividió por un rapero

  1. Desde hace muchos años que la imagen de la corona en general en la región de Europa ha venido perdiendo su razón de ser. Una de las más escandalosas sin duda es la española que para algunas comunidades autónomas especialmente representan todos los males de los que buscan deslindarse.
    y es que más que la corona represente una utilidad política ha significado ya varias veces un lastre muy caro para ls españoles.
    Isha nos transporta hasta Madrid el día que detuvieron a Hasel de manera muy real y elocuente.
    muy bueno.

    1. En efecto, las monarquías han venido perdiendo su razón de ser en Europa, al menos para ojos de países que tienen República. Como mencionas esencialmente en España se han venido dando estas rupturas, en primer lugar por las diferentes nacionalidades que conforman este país, a esto se le suman escándalos de corrupción y de infidelidades dentro de la realeza (lo cual va en contra de los valores de gran parte de la población española y pega fuerte a la legitimidad). Lo anterior abona a que hoy en día, en medio de una pandemia mundial que ha traigo consigo grandes estragos económicos y sociales, la corona se tambalee más

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