Machismo en la sociedad japonesa ¿Una cuestión cultural?



Juliana Ramírez

julianaramirez@politicas.unam.mx


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El tema del machismo en Japón es complejo y, sin duda, invita a todas aquellas personas interesadas a sumergirse en la historia de la sociedad japonesa; sobre todo, si se tiene como objetivo entender a profundidad cómo se articulan las relaciones mujer-hombre, mujer-sociedad y mujer-instituciones en la actualidad dentro de dicha nación.

A pesar del aislamiento geográfico del territorio japonés, es importante tener en cuenta que a lo largo de su historia ha recibido una gran variedad de influencias culturales del exterior. Por lo que resulta pertinente rastrear aquellos episodios históricos coyunturales para la nación japonesa, teniendo en cuenta su interacción con agentes externos. Un buen punto de inicio es analizar, desde una perspectiva feminista, a aquellas instituciones que han jugado un papel importante en la vida de las mujeres; por ejemplo, el idioma, el sistema imperial y militar (que ha sido la forma de gobierno del archipiélago durante siglos) y las religiones o escuelas filosóficas que han confluido con cada sistema político a lo largo del tiempo (sintoísmo, budismo, confucianismo y cristianismo principalmente).

En sus inicios, Japón tuvo una forma de gobierno imperial que fue derrotada por clanes de guerreros o samuráis que establecieron la forma de gobierno de los shogunatos. El último y más largo shogunato fue el de los Tokugawa, que duró desde 1603 hasta 1868 [1], cuando la influencia de Estados Unidos logró derrotar a los samuráis y restablecer una monarquía, devolviéndole el poder al emperador. A cambio de esto, se prometió la modernización y apertura comercial del país, dando lugar a la transición de Japón al periodo Meiji.

Durante siglos de gobierno, los shogunatos, entendidos como “gobiernos militares”, estuvieron caracterizados por ser, al igual que la dinastía imperial, una forma de gobierno fuertemente jerarquizada y patriarcal. En este sentido, el poder de una generación a otra sólo podía ser heredado al primogénito. Esta lógica se repetía de forma similar a menor escala dentro de las familias japonesas. La institución de la familia fue sumamente importante, pues la relación hombre-mujer, en su unión marital, establecía el vínculo de fuerza y sumisión con los gobernantes.

Además de la institución de la familia nuclear, la mujer estaba supeditada al grado social que ostentaba su esposo (comerciante, campesino, shogun, etc). Esto generaba, de forma automática, el despojo de su individualidad y de su valor como ser humano autónomo e independiente. Se dice que esta estructura patriarcal es una herencia directa del confucianismo, pues esta ideología establece una distinción muy clara entre hombre y mujer, en la que, debido a la necesidad de jerarquizar las relaciones de poder, las mujeres quedan subyugadas al hombre. De acuerdo con la doctrina confuciana, la mujer debía subordinarse y acatar las órdenes de su marido sin objeción alguna, y ocuparse de la casa y de sus hijos. En este sentido, la mujer estaba condicionada desde su nacimiento, pues de joven debía obedecer al padre o al primogénito varón; cuando se casara debía obedecer a su marido y, si enviudaba, debía seguir lo que dijera su hijo. 

De las normas derivadas de esta tradición, los hombres gozaron de privilegios legítimos durante mucho tiempo por razón de su sexo, algunos de ellos fueron: la posesión del cuerpo de la mujer para su explotación laboral, reproductiva y sexual; la utilización del cuerpo de las mujeres como mercancía por los jefes de familia y; en el caso de los esposos, el derecho de adulterio.

Durante el periodo Meiji, el imperio japonés desplegó su poder en varias colonias dentro del continente asiático, obteniendo una fama negativa por generalizar la explotación de la mujer. Uno de los casos más representativos de la violación de los derechos de la mujer por el Estado es el caso de las “mujeres de consuelo” [2], pues dicho crimen legitimaba la prostitución y la esclavitud sexual, siempre y cuando fuera para beneficio del imperio en su afán de extender su influencia. Sin embargo, Japón también fue víctima de una colonización ideológica por parte de Occidente, con mayor precisión, de Estados Unidos. 

Su transición a la modernidad alentada por el ahora gran hegemón, estuvo caracterizada por una supuesta erradicación de “leyes nocivas” y su sustitución por “leyes naturales”; asimismo, fueron promulgados los derechos del individuo en el Código Civil de 1898 [3]. No obstante, en el tema de las mujeres no hubo grandes avances y, por dicha razón, muchas costumbres de antaño continúan vigentes. En esta línea, la condición de la mujer a partir de la implementación de la filosofía económica liberal no sólo no mejoró, sino que sufrió un retroceso. Al haber sufrido un proceso de colonización ideológica, podría decirse que, en la actualidad, las mujeres ya no sólo luchan contra una sola estructura patriarcal originaria, sino varias. Esta doble imposición ocurre con mucha frecuencia en aquellos países que han sido colonizados; por lo tanto, si se busca una verdadera liberación de la mujer, es absolutamente necesario romper con todas las estructuras patriarcales que las oprimen. Como menciona María Galindo “sin descolonización no existe despatriarcalización y sin despatriarcalización no puede haber descolonización” [4]. 

En este sentido, al ya existente sistema jerarquizado y machista (liderado por la familia imperial) se ha sumado el sistema económico neoliberal que es por excelencia patriarcal y misógino. Al respecto de la unión de dos o más estructuras patriarcales, Cynthia Enloe señala la existencia de “la alianza patriarcal” [5], en la cual los hombres dejan atrás sus diferencias por motivos de raza, religión y procedencia, y se unen en el establecimiento de preceptos que perjudican a las mujeres, pues son silenciadas y no se toma en cuenta su opinión para la toma de decisiones.

Aunado a esto, estudios han demostrado la naturaleza sexista del idioma japonés, pues el idioma ha sido una pieza fundamental para la construcción de verdades que han excluido e invisibilizado a las mujeres a lo largo de la historia del país. Los estudios del Dr. Kurihara Masaru han intentado esclarecer la exclusión de la mujer que existe en el idioma japonés a partir de la exhibición de conceptos y ejemplos, pues el problema del idioma ha sido también un ancla que complica la liberación de la mujer. De acuerdo con su artículo titulado A study of women’s language in English and Japanese societies, algunas de las características de las mujeres japonesas en su forma cotidiana de expresarse son: el empleo de un lenguaje más formal, suave y conservador; el escaso uso de lenguaje vulgar y coloquial; el tipo de temas de los que prefieren hablar; el uso de adjetivos de aprobación; la utilización de rellenos y preguntas al final de sus afirmaciones en busca de confirmación; la pronunciación y entonación; entre otros.

Sin embargo, es importante mencionar que, si bien desde una perspectiva occidental existe una clara opresión de la mujer por todos los puntos anteriormente mencionados, un gran porcentaje de mujeres japonesas no se identifica como un sexo oprimido e, incluso, tiene una percepción negativa de los feminismos promovidos en Occidente [6]; pues al no sentirse oprimidas, no se sienten identificadas con el movimiento occidental. Así lo señala la reconocida profesora de lingüística Sachiko Ide, quien, además, intentó explicar este fenómeno a partir de las siguientes afirmaciones:

“Las mujeres japonesas no nos consideramos a nosotras mismas miserables o de menor estatus en el mismo grado que las mujeres occidentales. Quizá sea porque desde el punto de vista estructural de nuestra sociedad, todo el mundo sabe que la madre tiene el poder en la familia”. [7]

“Las mujeres japonesas, para mí, parecen ser mucho más modestas que las mujeres occidentales al aplicar la ideología feminista a sus propias vidas. No parecen buscar el mismo estatus y poder que los hombres, sino roles diferentes, que no significa ser menos favorecidas”. [8]

“El uso de formas superiores u honoríficas se considera principalmente una muestra de respeto para el destinatario, pero también es muy importante porque manifiesta la dignidad del hablante. El uso de honoríficos por las mujeres dice mucho sobre la clase social a la que pertenecen y más que sentirse inferiores por ello, nos hace sentir en un nivel superior”. [9]

La posición de la mujer en la actualidad y su autopercepción están relacionadas con una fuerte interiorización de los patrones de vida liberal y consumista actual, y con valores como el respeto a sus superiores, la identificación personal como parte de una organización o el sacrificio personal en aras del bien y armonía común, que son derivados del confucianismo. En este sentido, no todas las actitudes de sumisión tienen que ver con la cuestión del género, sino que son actitudes culturales de la población en general. No obstante, también es posible demostrar a través de la evidencia histórica que la cultura confuciana y el liberalismo económico comparten ciertas características estructurales que posicionan a la mujer en un lugar inferior, por ejemplo: la gran importancia que le dan a la institución de la familia y, a partir de ella, la subyugación de la mujer al utilizar su cuerpo para el trabajo productivo y reproductivo; la institución de la heterosexualidad; la jerarquización de las relaciones sociales en la que la mujer se encuentra en el escalón más bajo de la pirámide; etc. 

En conclusión, las expresiones y producciones culturales [10] que reflejan el machismo en la sociedad japonesa parten de elementos históricos, externos y políticos que es importante analizar desde el punto de vista de las mujeres inmersas en esas realidades.


Notas:

[1] David J. Sarquís. (Mayo- agosto del 2018). ”La modernización de Japón durante la Restauración Meiji.” Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM , Núm. 131, pp. 76-86

[2] Daniel Pérez Díaz, “Apuntes historiográficos sobre las mujeres de consuelo durante la ocupación japonesa de Corea (1910-1945)”, Universidad de Granada, Granada, España, 20

[3] Calvo García Patricia. “Cultura y feminidad en Japón. Una perspectiva de género a partir de las obras de Yasunari Kawabata”. España, Universitat Jaume I, Octubre de 2016, pp. 9-43.

[4] Galindo María. “La Revolución Feminista se llama Despatriarcalización” en Ochy Curial y María Galindo”. Descolonización y despatriarcalización de y desde los feminismos de Abya Yala. España. Editorial ACSUR- Las Segovianas, 2015, pp.27-50.

[5]  Cynthia Enloe. “Bananas, Beaches and Bases: Making Feminist Sense of International Politics”. USA, University of California Press, 2014, pp.464

[6] Mishina Satomi (1994), “A new perspective on Women’s Language in Japanese: An Interview with Sachiko Ide”. California Digital library, California: Issues in applied linguistics”

[7] Idem.

[8] Idem.

[9] Idem.

[10] En las animaciones japonesas se ha materializado la hipersexualización del cuerpo de la mujer, pues se suele exaltar la figura de los cuerpos femeninos. Y, de la misma manera, es posible identificar una variedad de escenas en las que los estereotipos y roles de género se muestran de manera intensificada.

2 comentarios sobre “Machismo en la sociedad japonesa ¿Una cuestión cultural?

  1. Me gustó. Me aportó información que no conocía , imaginaba y creo, lo más importante, no reflexionaba por el ir y venir “cotidiano “
    Los Felicito jóvenes ,necesitamos hoy, personas que se preocupen y dediquen tiempo, “su tiempo” a que seamos personas, más conscientes y reflexionemos en el “hacer, movernos, dirigir, aceptar, callar, dejar, etc”.
    Enhorabuena..

    1. Estimado Ricardo, agradecemos mucho tu comentario nos alegra que te haya gustado nuestro contenido, nos ayudarías mucho compartiendo. Saludos cordiales.

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