La Era Fleabag y el Feminismo Disociativo: un logro del capitalismo



Luz Elena Hernández Castillo

 


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“Las mujeres nacemos con el dolor incorporado. Es nuestro destino físico: cólicos, pechos inflamados, parto. Lo llevamos dentro durante toda nuestra vida, y los hombres no. Ellos tienen que buscarlo, inventan todos estos dioses y demonios solo para poder sentirse culpables sobre las cosas, […] y luego crean guerras para poder sentir algo y tocar a otros y cuando ya no hay guerras pueden jugar al rugby” 

En la década del 2010, el Internet se caracterizó por ser un espacio virtual de optimismo exacerbado respecto al avance del movimiento feminista en Estados Unidos. La narrativa fue reforzada por la cultura pop; el empoderamiento femenino tenía como himno el sencillo Run The World (Girls) de Beyoncé, Emma Watson se convirtió en el rostro del movimiento feminista tras su discurso en la sede de las Naciones Unidas en el 2014, y la red social Twitter popularizó el hashtag #girlboss. La igualdad de género estaba a la vuelta de la esquina, ¿cierto?.

Irónicamente, para final de década, las redes sociales y la prensa estadounidense posicionan a Fleabag, personaje de Phoebe Waller-Bridge, como la antiheroína favorita para las mujeres de la generación millennial. Pero ¿por qué este personaje cínico, egoísta y moralmente en bancarrota se convierte en el arquetipo femenino ideal en la cultura pop?.

En el año 2016 la cadena televisiva BBC Three emite por primera vez la serie británica Fleabag. Esta  versaba sobre la vida de una jóven mujer londinense que intenta sacar a flote su negocio mientras lidia con el vacío existencial que deja la pérdida de su mejor amiga. Tres años después se hizo acreedora a seis premios Primetime Emmy, galardones destinados a los mejores programas televisivos estadounidenses emitidos en horario estelar.

Su éxito se adjudicó a la combinación de la comedia slapstick, el uso de flashback como el origen de situaciones incómodas, y la ruptura de la “cuarta pared”.El uso de estos recursos cinematográficos permite a la audiencia cuestionar(se), a través del cinismo caracteristico de la protagonista, sobre temas complejos como el sexo, la religión, la soledad, el feminismo y la vida misma.

El impacto y aceptación de este personaje se debe, sin dejar a un lado  el brillante trabajo de Waller-Bridge, a la proyección y comercialización dirigida hacia las masas. Si bien la serie busca llegar a una audiencia específica -las mujeres de la generación millennial-, lo que garantiza un mayor alcance es la construcción y presentación de un arquetipo femenino ideal.  

De acuerdo con Becca Liu, en su artículo The Making of a Millennial Woman, Fleabag se inserta dentro del arquetipo de la “mujer jóven millennial”, es decir, es una mujer “bonita, blanca, cisgénero y lo suficientemente torturada como para ser interesante pero no demasiado como para ser repulsiva”. A pesar de que este arquetipo no es nuevo; por el contrario, se ha vuelto repetitivo tanto en la industria cinematográfica, como en la literatura; esto  nos lleva a preguntarnos:¿Cómo obtuvo su popularidad?

Una de las  mayores manifestaciones de aceptación e identificación con este arquetipo es una reciente tendencia en la red social Tiktok. Ésta consiste en usar el concepto de era para categorizar determinadas épocas de nuestra vida a partir de narrativas concretas de la cultura pop. Estas eras describen a través de productos culturales, que van desde la música hasta el cine, el inicio y fin de una etapa.

Entre las eras más populares encontramos “la era “Fleabag”; la era de “Marianne de Normal People”; la era del “narrador anónimo de Mi año de descanso y relajación”; la era de “cualquier personaje de Mujercitas”; y la era “[inserte el título del álbum de Taylor Swift aquí]” (más comúnmente, la era de la Reputación )”. Este conjunto de personajes femeninos, tienen un factor en común: una mujer blanca que afronta las diferentes violencias patriarcales desde el nihilismo y la pasividad. 

Emmeline Clein, periodista del sitio web Buzzfeed News, se refiere a esta narrativa como un “feminismo disociativo”. En su artículo The Smartest Women I Know Are All Dissociating, lo describe como un proceso que consiste en “interiorizar nuestros dolores y angustias existenciales, sonriendoles con complicidad y adormeciéndonos para mantener nuestra indiferencia.

En este entendido, desde la perspectiva de Clein, el personaje interpretado por Phoebe Waller-Bridge, se vuelve el mayor exponente del feminismo disociativo. La autora aborda la disociación más allá de una definición médica, para entenderla como una forma de existir. Es decir, puede comprenderse como “una desconexión y falta de continuidad entre pensamientos, recuerdos, entornos, acciones e identidad”.

Este modus vivendi de afrontar y sobrevivir la realidad, se observa en la ruptura de la “cuarta pared” por parte de Fleabag. Cuando ella “mira a la cámara durante los momentos culminantes, se retira de su cuerpo físico y habla directamente al espectador. Es una extensión cinematográfica de la separación mente-cuerpo que ocurre durante la disociación real”. 

Las acciones destructivas y dañinas que emplea Fleabag hacia las personas que le rodean, y hacia ella, son analizadas por el feminismo disociativo. Además, constituye otra tendencia en Tiktok derivada de la Era Fleabag: the feminine urge trend. Los vídeos que forman parte de esta tendencia, consisten en que “las mujeres describen el deseo de continuar con relaciones dañinas, cambiar drásticamente su apariencia para volver a sentirse bonitas o anteponer los deseos de un hombre a los suyos, todo lo cual implica que las mujeres dejen de luchar y, en cambio, se sometan a su dolor”.

La romantización de estas conductas, a través de plataformas como Twitter y Tiktok, han originado un debate que cuestiona la vinculación del arquetipo con el movimiento feminista occidental. Por tanto, surge la incógnita ¿Por qué este arquetipo femenino se vuelve un modelo aspiracional aceptable? 

En primer lugar, se debe recordar el contexto en el que tiene su mayor alcance: la pandemia provocada por el SARS-Cov-2 desde el año 2020. Las consecuencias subsecuentes de la propagación de este coronavirus dejaron entrever las contradicciones del modelo capitalista de corte neoliberal. El mundo se enfrentó con crisis financieras y sanitarias -sumadas a la crisis climática- que, además de tomar miles de vidas alrededor del mundo, acentuaron la desigualdad, la pobreza y la violencia hacia las mujeres.

Esta violencia vino de la mano con el desempleo, la deserción escolar y el deterioro de la salud mental. Esto sirvió como caldo de cultivo para sentimientos colectivos como la desesperanza, el miedo y la incertidumbre. Por ende, cuando los distintos movimientos sociales parecían no brindar consuelo, la idea de separarse de esa realidad se volvió sumamente llamativa. 

En segundo lugar, este arquetipo femenino, expuesto en la cultura pop, se vuelve cómodo y beneficioso para el patriarcado. Históricamente, el enojo de las mujeres no ha sido bien visto por la sociedad, pues rompe con el estereotipo de la mujer delicada y pasiva. Así que, si esta emoción se manifiesta a través de comentarios sarcásticos y cínicos ante situaciones sumamente machistas, las mujeres pasan de ser “difíciles” y “ruidosas” a ser “interesantes”.

Lo más importante del enojo, desde la perspectiva del feminismo disociativo, es que no se dirige al patriarcado, sino hacia una misma. ¿Cómo lo hace? Exponiéndose a situaciones peligrosas para su cuerpo y psique, así como para su red de apoyo -familia, amistades, parejas afectivas, etc.- dejándola en una posición vulnerable -comúnmente beneficiosa para los hombres-. Por tanto, “esta filosofía pone toda la carga sobre las mujeres para explicar y lidiar con su dolor, y elimina la responsabilidad de los sistemas sociales que en realidad oprimen a las mujeres”.

Por último, es preciso señalar que, dentro de una modernidad globalizada, estas tendencias no permanecen en su lugar de origen, sino que son transportadas a otras latitudes del mundo. Si bien la tendencia de las Eras no ha tenido gran repercusión en la región Latinoamericana dentro de la plataforma de Tiktok, sí lo han logrado los vídeos que versan sobre una “urgencia femenina” de anhelar el mito del amor romántico y poner como prioridad las necesidades fisiológicas, afectivas e intelectuales de los hombres.

La expansión de esta tendencia permite hacer una lectura de las distintas formas en la que la violencia patriarcal atraviesa a las mujeres por razón de clase, raza, género y orientación sexual. Por este motivo, es importante cuestionarnos, ¿quiénes son las mujeres que se pueden permitir disociarse de la realidad?

Las repercusiones socioeconómicas que implican la disociación de la realidad, representan para muchas mujeres un peligro a su independencia económica, así como  a su seguridad física y psíquica. Sin embargo, existe un grupo de mujeres que puede permitirse este privilegio. Estas son las mujeres heterosexuales, con un nivel socioeconómico alto, blancas, occidentales, y que cumplen con los estereotipos de belleza hegemónica.

Pueden “pasarse un año durmiendo como la heroína de Moshfegh, embarcarse en una borrachera de sexo y alcohol como Fleabag o andar por Dublín teniendo aventuras al estilo de Sally Rooney.” Entonces, se puede concluir que el consumo mediático de este arquetipo femenino se ha enfocado en proyectarse más que como una era – es decir, temporal-, como un estilo de vida, pues mantiene a las mujeres en un estado pasivo y resignado ante un sistema patriarcal. 


Notas:

[1] La comedia slapstick es una forma bulliciosa de comedia que basa su atractivo en el dolor, la farsa, los golpes y las bromas prácticas del humor crudo para crear un efecto cómico en el espectador, excediendo los límites del sentido común.

[2] La cuarta pared hace referencia a la “separación” invisible entre el público y los actores en el escenario. Es una convención que supone que estamos viendo la obra a través de una “pared” transparente (e inexistente) que impide la interacción entre espectadores y actores.

[3] Desde un plano filosófico, el nihilismo se asocia al pensamiento de Nietzsche para quien la cultura occidental, al llegar a su propia ruina, a su decadencia total, se queda vacía, agotada de los valores ficticios representados en la metafísica, el cristianismo y la vieja moral.

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