La Bruja Escarlata: Mujeres con poder contra el machismo sistémico



Ricardo Toledo Martínez 

toledomtzricardo99@erreizando.com


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¿Te has preguntado por qué en la política internacional o local, casi siempre son figuras masculinas las que tienen el poder? ¿Por qué suelen ser hombres a quienes vemos en el poder o protagonizando proyectos de estudios fílmicos internacionales? Esto sucede porque la política se ha basado en una visión simplista del mundo, donde solamente existen dos partes opuestas, hombres y mujeres, donde predomina lo varonil. En esta interpretación de la realidad, solo los hombres tienen la fuerza y el carácter para dirigir la sociedad.

Por tanto, no es de sorprenderse que en el instante en que mujeres 一o personas que no entran en el molde de hombre cis-género heterosexual 一 asumen el poder, la dirigencia o el protagonismo de ciertos países, movimientos o proyectos, se les comienza a minimizar a partir de estereotipos que buscan derrumbar su credibilidad. Sus opositores recurren a esa supuesta superioridad racional, intelectual y política masculina que deslegitima toda acción emprendida por las mujeres (catalogadas como irracionales, sentimentales o poco pensantes) para impedirles el acceso al poder o al protagonismo político.  Así se conforma la dominación masculina, siempre presente en todos los aspectos de la vida del ser humano y que, afirma Bourdieu, ha permitido legitimar estructuras machistas, misóginas, homófobas y patriarcales.

Esto se alimenta de una idea binaria del mundo, donde todo tiene una contraposición jerárquica que responde a un principio natural y supuestamente  incuestionable de la vida. Arriba – abajo, izquierda – derecha, caliente – frío, cultura – naturaleza, razón – sentimiento, hombre – mujer, heterosexual – homosexual, blanco – negro, desarrollado – subdesarrollado, son algunos de los binarismos que responden a una estructura que contrapone ciertos elementos por encima de otros. Esta jerarquización se normalizaría hasta hacerse regla humana de las relaciones sociales, políticas, económicas, laborales o, inclusive, como engranaje de las representaciones sexo-genéricas en las industrias del entretenimiento.

Como se puede apreciar, la parte dominante apela a una racionalidad varonil, blanca, heterosexual y desarrollada. En contraposición, debajo de esta supuesta superioridad, se encuentra una sensibilidad femenina y/o feminizada[1], racializada[2] y empobrecidas.  Entonces, ¿quién debe de manejar el poder según esta lógica? El hombre blanco cis-género heterosexual que tiene dinero o entiende la importancia de tenerlo. Las demás personas no están calificadas porque no sabrían controlarlo.

En la esfera del entretenimiento, un claro ejemplo de ésto es la predominancia que ha tenido La Bruja Escarlata (interpretada por la actriz Elizabeth Olsen) en la fase cuatro del Mundo Cinematográfico de Marvel (MCU). Tal protagonismo, en conjunto con el desarrollo de nuevas heroínas[3] (herederas de los “vengadores originales”), ha provocado reacciones misóginas y machistas en los fanáticos del MCU. Por tal motivo, nos permite apuntar que el villano más peligroso para el mundo de Marvel Studios es y será la misoginia del sistema social; problema que, estamos segurxs, está presente en el infinito multiverso desatado por Wanda.

Hoy podemos ver  comentarios de  cuentas anónimas en Twitter que se escudan en la virtualidad, haciendo aseveraciones tales como: “¡qué lástima que las mujeres están ganando protagonismo!”, pasando por “no puedo creer que los herederos de los vengadores sean todas mujeres” y hasta “¡qué irracional, menopáusica, berrinchuda y loca actúa Wanda, debe ser porque es mujer”. Todos estas críticas evidencian la misoginia y el machismo sistémico que las mujeres han sufrido y sufren en la esfera pública del quehacer social. 

Al hablar en particular del protagonismo de Wanda Maximoff y del cómo se ha convertido en la  principal villana y antagonista en el MCU, se evidencian acciones que califican de insuficientes o poco creíbles las acciones de las mujeres. Mientras por un lado se vanagloria y se endiosa a los hombres (como Iron Man, Capitán América o Hulk) como únicos portadores del liderazgo, poder e intelectualidad del grupo de héroes capaces de salvar al mundo porque “son los que saben qué hacer y cómo hacerlo”; por otro lado se deslegitima y se anulan las formas de actuar y de origen de las mujeres como heroínas, porque sus motivos no son los mismos que los de sus contrapartes.

Los fanáticos, principalmente el sector masculino heterosexual y blanco, invalidan el sentir de La Bruja Escarlata ante los traumáticos eventos que la hicieron fragmentarse y entrar en un episodio de depresión crónica y de negación de su dolor. Con comparaciones donde sus acciones se invalidan porque, según estos fanáticos “si eso le hubiera pasado a un hombre no estaría haciendo tanto escándalo o berrinche por ‘nada’”. A pesar de esto, no se toma en cuenta que el mismo Stephen Strange desató el multiverso por el capricho de un niño que no entró a la universidad, por ejemplo.

Estos actos machistas y misóginos  demuestran una poca o nula empatía hacia las figuras femeninas en el MCU. Si bien para un personaje de Marvel no sería raro perder a sus padres, hermano y el amor de su vida, como lo es el caso de Wanda, sí son elementos que explicarían la reacción de enojo, odio y deseo por reclamar lo que le fue arrebatado. Más de uno de los superhéroes hombres del universo lo haría si tuviera la oportunidad.  Y todo esto lo  pudimos ver en la producción fílmica de Doctor Strange en el multiverso de la locura.  

Esta falta de empatía y repudio machista y misógina hacia las figuras de autoridad femeninas, o no heteronormadas, es preocupante porque no sólo se queda en el ámbito del entretenimiento, sino que se traslada a la vida real hacia mujeres que han buscado y obtenido el poder como representantes de naciones o de proyectos colectivos.

Si bien se han generado movimientos en la política internacional y local para desvirtuar o deslegitimar la campaña de muchas mujeres, es verdad también que el sistema (una vez llegadas al poder) las deshumaniza y les quita identidad para masculinizarlas e integrarlas como parte del sistema y de la política patriarcal. Ejemplos de esta conversión hay muchos, desde Angela Merkel (exprimera ministra de Alemania), pasando por Crisitina Fernandez de Kitchner (vicepresidenta de Argentina) o Dilma Ruseff (expresidenta de Brasil) hasta la polémica y enérgica Margaret Tatcher (exprimera ministra de Reino Unido), entre muchas otras.

Todas estas mujeres en el y con poder han sido víctimas (directa o indirectamente) de esta misoginia estructural y sistémica porque, en aras de hacerse escuchar y ser validadas, han optado por hacer uso de métodos, actitudes, modos y tácticas propias del sistema de dominación masculino. Acciones que por sí mismas invalidan formas otras de hacer las cosas y legitiman la superioridad de la esfera masculina (como lo veíamos al inicio de este artículo). Cosas tan pequeñas como la nivelación de la voz para sonar más grave, la postura y la fuerza del saludo, la vestimenta y los comportamientos no femeninos o afeminados son parte de esta asimilación y masculinización de las mujeres en el sistema político.

Por esta, y muchas otras razones, se hace necesario y vigente la lucha y movimiento de las mujeres en contra del sistema cis-hetero-patriarcal que violenta y viola la integridad, identidad y cuerpa de las mujeres. Basta ya de normalizar actos, comentarios, actitudes o pensamientos misóginos que sólo reproducen el binarismo jerárquico y violento del sistema. Normalicemos la visibilización y empoderamiento de mujeres en producciones fílmicas internacionales y locales. Por un mundo sin la indiferencia criminal que lastima con su silencio; por un mundo de lucha antipatriarcal, donde la mujer sea (como dice la canción de Ana Tijoux):

No sumisa, ni obediente; mujer fuerte, insurgente, independiente y valiente. Romper las cadenas de lo indiferente. No pasiva, ni oprimida; mujer linda que das vida. Emancipada, en autonomía, antipatriarca y alegría. 

Notas:

[1] Por feminizada, entendemos toda expresión, sentir, pensar, habitar y vivir el mundo y su entorno que está fuera de los parámetros que la dominación masculina. Es decir, toda aquella esfera a la que se le cataloga a partir de los preceptos o perjuicios secundarios o inferiores: sentimental, irracional, no heterosexual, no blanco, etc.

[2] Por racializadxs entendemos a todas las personas que están atravesadas por movimientos, acciones y comentarios racistas por el simple hecho de habitar otro color de piel que no sea la centralidad de la blancura.

[3] Dentro de la cuarta fase del MCU, Marvel Studios ha presentado a nuevas heroínas como futuras vengadoras y defensoras del mundo. La principal referente es la Capitana Marvel, pero se van agregando muchas otras como la misma Bruja Escarlata, América Chávez, Ms. Marvel, SheHulk, Kate Bishop (Lady Hawkeye), Lady Thor, la variante femenina de Loki, IronHeart, entre muchas nuevas vengadoras que están por venir. 

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