El Shanzhai artístico: ¿Falsificación o innovación?



Raquel Díaz


raquelpereira@erreizando.com


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En cualquier lugar del mundo se pueden encontrar cuadros de Van Gogh, Picasso o Warhol, pero, ¿te has preguntado de dónde provienen las miles de copias de una misma obra de arte? Existe un país al que se le ha atribuído el nombre de “el país de las copias” y en torno al cual surge este debate; se trata de China, que responde de una manera particular a esta etiqueta.

Desde hace algunas décadas, se tiene una imagen global de China en la que se le representa como una nación que roba productos de otros países para reproducirlos a bajos costos y después comercializarlos. Esto impulsó el nacimiento y posterior desarrollo de un fenómeno actual en la nación asiática: el shanzhai. Este modelo aplica una visión subversiva sobre los derechos de autor en las mercancías que circulan en el mercado tanto nacional como internacional. 

La palabra viene del chino 山寨 (shanzhai), que significa “fortaleza de montaña”, y hace referencia a los bandidos que se escondían en las montañas para huir de las autoridades chinas. El shanzhai se reconoció como un fenómeno cultural en 2008, debido al surgimiento de los productos electrónicos shanzhai, los cuales son réplicas de dispositivos electrónicos ofrecidos por grandes marcas, pero que son modificados para ampliar sus funciones. 

Esta práctica tuvo su origen durante los siglos XVII y XVIII con el auge del comercio de Cantón y las exportaciones de productos hacia Occidente. Fue impulsado por la fascinación al orientalismo y la “chinería” [1], se adaptó al comercio colonial y prosperó por las demandas de copias y falsificaciones para el coleccionismo de Occidente. Actualmente, no es sólo la falsificación de objetos lujosos, sino también una apropiación con fines comerciales en productos de diferentes industrias, desde la tecnológica hasta el arte.

El shanzhai consiste en un modelo de producción industrial donde, en palabras de Zhao Zongke [2], profesor asociado al Instituto de Política de Nanjing, se “imita la apariencia o las funciones de una marca popular al menor costo posible e innova constantemente para superar ese producto”. El robo intelectual y las réplicas se realizan sin autorización para copiar total o parcialmente ciertas características de un producto que esté registrado bajo una patente o autoría. Sin embargo, la innovación y las modificaciones posteriores ponen en duda el considerarlos simples copias. 

La innovación cuestiona la aplicación universal de la autenticidad, originalidad y discursos de propiedad, porque implica la modificación de un producto para venderlo, según la lógica comercial china, a precios baratos y con un mayor margen de ganancia. Si bien el shanzhai tiene una mayor influencia en el campo tecnológico, no pasó mucho tiempo para que el modelo se trasladara al campo artístico. Debemos preguntarnos, ¿el shanzhai en el arte se trata de falsificar obras famosas? 

El arte es un fenómeno que está en constante evolución, e incorpora y desecha tendencias según aspectos particulares, como la época y región del mundo. Por un lado, la originalidad y la autoría son conceptos sagrados en el mundo artístico, mientras que, por otro lado, las réplicas y las falsificaciones se castigan y regulan por medio de las leyes de derechos de autor y propiedad intelectual. 

La historia de las falsificaciones artísticas es igual de antigua que la de los museos. Los copistas y falsificadores hacen uso de sus habilidades artísticas para replicar una obra de arte y hacerla pasar como la original, para así comerciar con ésta y obtener un beneficio. Si bien los propios museos utilizan réplicas por motivos de restauración o protección, no se busca comerciar con las obras de otra persona. 

Para evitar fraudes y el robo artístico, se ha configurado un régimen de propiedad intelectual con el cual se protege la autoría de los creadores y se registran patentes en los productos originales e innovadores. Aquí es donde surge la pregunta, ¿China forma parte de este régimen? La respuesta es sí, e inclusive ha superado el registro de patentes de países como Alemania y Estados Unidos. 

La incorporación de China al modelo occidental de los derechos de autor y la adopción del discurso del copyright es reciente; con la publicación de la ley de patentes de 1984. Dentro del país, se tienen regulaciones y tribunales especializados en el tema de robo intelectual y el registro de patentes, localizados en ciudades como Shanghai, Beijing y Guangzhou. Sin embargo, aún dentro del país, las opiniones sobre el tema oscilan entre una aceptación y promoción del shanzhai; o un rechazo y acoplamiento al régimen global de derechos de autor. 

Desde el punto de vista chino, el enfoque sistemático de producir copias es considerado un proceso de democratización, donde las innovaciones son de dominio público. Bajo esta lógica, lo novedoso es algo a lo que puede aplicarse una libertad creativa y que puede modificarse para resultar en algo mejor, usando el conocimiento y la técnica de quien pueda ofrecer algo para su desarrollo.

Las producciones shanzhai normalmente nacen en nuevos espacios de producción más allá del control de una autoridad monopolística formal. Una de las fábricas de reproducción artística más grandes del mundo está ubicada en Shenzhen, bautizada como la Villa Artística de Dafen. Aquí podemos encontrar el claro ejemplo de la puesta en práctica del shanzhai y su cuestionamiento del discurso de los Derechos de Propiedad Intelectual (DPI).

Con el rápido desarrollo urbano y económico de la región, Dafen se convirtió en la cuna de una industria artística, hogar de más de 8,000 artistas responsables de reproducir un 60% de las pinturas del mundo, de las cuales la mayoría son copias. El modelo de producción que utilizan es el de la división especializada del trabajo, donde artistas anónimos se enfocan en partes específicas de las pinturas, perfeccionando su trazo y técnica, hasta conseguir una similitud con el original.

La distinción entre un cuadro falsificado con una copia de Dafen está en el hecho de que éstas últimas se venden como eso, simples copias y reproducciones de la misma obra sin reclamar la autoría del cuadro. Sin embargo, existen otros artistas quienes, por encargo, modifican las obras originales para adaptarlas a los gustos del cliente, u otros que usan las técnicas del artista original para pintar sus propios cuadros, los cuales venden bajo su autoría. 

El shanzhai en el arte nos hace replantearnos lo falso, porque su existencia le da valor a lo verdadero, pero a la vez expone la inequidad que existe en la adquisición de obras de arte. Muchas veces las élites son las que tienen el privilegio de comprar arte en subastas o con proveedores renombrados, excluyendo a quienes no tienen los recursos para adquirir una pintura original. 

Cuando las personas se ven obligadas a producir, pero no a consumir, los productos, surgen las copias que responden a esta inequidad global. Así, lo que hace a lo fake deseable y posible es la conjetura histórica donde las personas no pueden comprar lo real, y entran a las dinámicas de producir y consumir algo que se ve exactamente como lo real. Lo fake se ve como una manera de sentirse incluido en un estilo de vida e identidad específico. No se le puede atribuir un único contexto social, sino que siempre ha encarnado un sueño de resistencia a la autoridad.

En este sentido, los artistas en Dafen son los que proporcionan la vía para adquirir reproducciones artísticas a precios accesibles. Los copistas chinos se han reposicionado como una guerrilla de trabajadores manuales hiper-especializados que contestan al poder occidental por medio de la apropiación.

Parte del gobierno chino busca implementar restricciones a este tipo de prácticas, porque desean incentivar el registro de patentes en sus propias creaciones y respetar y apegarse a los derechos de autor. Pero, en años recientes, por las crisis económicas a nivel internacional y el crecimiento interno, gran parte de los consumidores del arte de Dafen son los habitantes de China.

El shanzhai en el arte se aleja de la percepción occidental, donde la obra no cambia, es admirada y es protegida por cuestiones de derechos de autor. En su lugar, se busca hacer del arte algo que se adapta, ampliando su circulación dentro del mercado global y dándole un nuevo significado.

Su identificación permite ampliar el panorama sobre esta situación con la que se convive a diario y en la que inclusive hemos participado. Con el cuestionamiento de este fenómeno al monopolio del copyright; y con el auge las producciones artísticas masivas que vienen de China, la pregunta que debemos hacernos es: ¿lo shanzhai nos permite adquirir y modificar lo que deseamos o nos hace cómplices de reproducir la visión de China como un país falsificador?


Notas:

[1] La chinería es un estilo artístico europeo que data de los siglos XVII y XVIII. Hace uso de influencias de China para interpretar e imitar sus productos artísticos tradicionales. 

[2] Chubb, Andrew. China’s Shanzhai Culture: ‘Grabism’ and the politics of hybridity’. Journal of Contemporary China. Vol. 24, No. 92. Routledge. Gran Bretaña. 2015 p. 267

2 comentarios sobre “El Shanzhai artístico: ¿Falsificación o innovación?

    1. Hola Liliana, agradecemos tus comentarios, nos alegra que te guste nuestro contenido. Nos ayudarías mucho compartiendo.
      Saludos cordiales.

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