Desmitificando el amor romántico: diversas formas de amar



Jennifer Isunza 

jennisunza@erreizando.com  

Cecilia Ramírez

cecilia.ramirez@erreizando.com


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Amar en tiempos de odio es un acto revolucionario

-Sin autor

Hablar del amor no es cosa fácil. A veces parece ser esa “luz” que nos dará felicidad, plenitud, satisfacción; muchas otras veces parece ser algo que no nos llena, no nos alcanza y nos hace sentir vacíos; y algunas otras nos parece ajeno, ridículo o ficticio. Esto es porque no hay una manera universal de vivir y sentir el amor. Lo que sí es verdad es que el amor no duele, no mata, no domina y no lastima.

Sin embargo, la construcción de un modelo de amor romántico universal se ha difundido gracias a los medios de comunicación, quienes se han encargado de perpetuarlo. Todo lo que leemos, vemos y escuchamos influye desde que tenemos una corta edad en la manera en la que nos construimos como personas y en la forma en la cual nos relacionamos con nuestro entorno. Cuentos, libros, canciones, publicidad, redes sociales y películas son los encargados de bombardearnos diariamente con estereotipos acerca del amor romántico, llevándonos a vivir el amor a través de mitos.

Entonces, ¿cómo entender el mito del amor romántico? Hemos crecido y vivido bajo las normas del amor Disney, como lo denomina la escritora y activista española Brigitte Vasallo, es un “amor que mata” porque genera dependencia, aislamiento y jerarquizaciones que, progresivamente, pueden devenir en diferentes tipos de violencia. Por otro lado, Pilar Sampedro [1], licenciada en Psicología, establece que el amor romántico de inicio es súbito, implica un sacrificio por el otro; pruebas de amor; olvido de la propia vida; expectativas mágicas, como la de encontrar un ser absolutamente complementario; o vivir en una simbiosis que se establece cuando los individuos se comportan como si de verdad tuviesen necesidad uno del otro para respirar y moverse, formando así un todo indisoluble.

Esto interioriza la falsa noción de que el amor romántico debe ser para toda la vida, incondicional, intenso y por encima de la vida individual, lo que termina por construir una serie de mitos en torno al amor. El primero de ellos es el mito de “la media naranja” [2], el cual se fundamenta en la idea de que cada persona es una “mitad incompleta” que “necesita” encontrar a su “complemento”. Lo anterior se traduce en que las personas piensan que el fin de la relación con su pareja implica perder al “amor de su vida”, que no serán capaces de amar nuevamente o que deben realizar y aceptar algunos “sacrificios” para, en algún momento, “vivir felices para siempre”. 

Esto nos lleva al segundo mito, el de la pareja monógama y heterosexual [3] como el único modelo para vivir nuestra vida en pareja, que se relaciona con el mito de la exclusividad y los celos, los cuales fomentan actitudes represivas, egoístas, posesivas y violentas. Estos mitos instauran y reproducen un mismo modelo de relación romántica que organiza lo que sentimos y nos enseña cuándo se tiene que sentir, cuándo está bien sentirlo y cuándo no; de qué formas y cuáles son los indicadores.

¿Cuál es el común denominador? El amor romántico es la vía privilegiada para la felicidad, no importa si esto conlleva sufrimiento o la eterna postergación de la satisfacción personal; no sólo es una experiencia, sino que es aquello que nos define y que otorga sentido a nuestra existencia, es el centro de nuestra identidad y lo vivimos como un mandato. Amar es nuestro principal deber y cuando no se cumple con las exigencias, estereotipos o convenciones que establece el amor romántico, desencadena frustración, depresión, insatisfacción o desaprobación social.

La experiencia amorosa está circunscrita a la pareja como el espacio simbólico, privilegiado y único de su realización. Sin embargo, la idea de la pareja romántica sintetiza relaciones de poder basadas en el binomio dominación-subordinación, donde uno domina y el otro se somete, cumpliendo así con los mandatos amorosos, cuya consumación es el matrimonio, la impuesta aspiración eterna. El matrimonio no sólo es un contrato perpetuo legitimado tanto por el Estado como por la Iglesia, sino que además se basa en la propiedad, no en el compañerismo.

En la concepción tradicional del amor románticoel amor es funcional a la concepción tradicional del poder. Que poder y amor estén vinculados quiere decir que el amor es una fuente de poder, que muchos mecanismos amorosos permiten acumular poder, que al amar y al ser amados ganamos poder, que al no amar y al no ser amados perdemos poder. Sin embargo, hay que construir una nueva ética del amor, una que se base en relaciones horizontales, así como en la diversidad, pues el amor de pareja no es la única forma de amar, ser amados y, sobre todo, de amarnos.

Para desmitificar, reconstruir y diversificar las formas de amar y vivir el amor, es necesario partir de la base de que el amor no es exclusivo de los seres humanos. Podemos amar a la naturaleza, objetos que nos resultan significativos emocionalmente; también amamos y abrazamos causas  sociales, políticas y/o filosóficas. El amor es una experiencia de relación con el mundo. Es una experiencia de aprehensión del mundo. Y también es una experiencia de aprehensión del yo.

Cabe reflexionar sobre los términos asociados y las suposiciones que se elaboran al respecto. Tal vez se podría seguir el consejo de Florencia Peña “siempre es bueno repensarse […] el amor puede ser de muchas maneras […] hay que abrir la cabeza”, no solamente reproducir el diálogo que se enuncia en numerosos factores que se encuentran presentes en nuestra vida cotidiana. Estar en contra del estereotipo del amor romántico también es un acto revolucionario.

Pero cuidado, porque aunque generalmente se asocia al amor con la pareja romántica, existen numerosos tipos de amor que pueden ser analizados. El amor propio debería ser el primero en conocer y el más importante de todos. Si no tenemos la capacidad de amar a nuestro propio ser, cómo hacerlo hacia otros seres e incluso cómo esperar que las y los demás lo hagan. Resulta un tanto curioso esto, pero se presenta de una forma tan cotidiana que podríamos asombrarnos; sin embargo, en esta ocasión nos limitaremos a los vínculos amorosos. 

El amor por la naturaleza no debe ser menospreciado; es un gran regalo y, además de nuestro cuerpo, es el espacio en el que habitamos y nos desarrollamos, así que debe tener prevalencia sobre otras cuestiones. Las mascotas y animales generalmente forman parte de la vida cotidiana y un sentimiento profundo de cariño. Tal parece que es uno de los sentimientos más puros que puede existir. Algunas personas se lo llegan a cuestionar, pero solamente en carne propia se puede llegar a experimentar un vínculo tan especial. 

El amor romántico es tan complicado que todo el tiempo nos da vueltas en la cabeza, sea para bien o para mal, es difícil deshacerse de ese sentimiento; sin embargo, no hay que ser pesimistas al respecto, pues existen otros tipos de amor que se encuentran presentes siempre que se necesita de ellos. Tal vez la persona leyendo pueda acertar fácilmente. Hablamos de la familia y los amigos. Muchas veces menospreciados o relegados por un amor romántico que poco tiene de lo último. La invitación va encaminada a reflexionar también sobre el papel que estas personas pueden llegar a desempeñar en nuestra vida y valorarlo.  

Parece que se han enunciado numerosos tipos de amor; no obstante, aún faltan algunos por indagar. Ahora es el turno de las relaciones poliamorosas. Seguramente alguna vez se ha escuchado o leído algo al respecto. Parece un tema tabú que las personas prefieren callar, pero hoy en día, este tipo de relaciones se está haciendo cada vez más común. Para entender mejor esto, es necesario conocer más sobre el significado de esta palabra. El poliamor es la filosofía y la práctica de amar a varias personas simultáneamente de forma no posesiva, honesta, responsable y ética. Enfatiza en elegir conscientemente con cuántas personas se quiere estar involucrado(a) en lugar de aceptar las normas sociales que dictan amar a una sola persona a la vez.

Martínez Torio menciona las diferentes variantes del poliamor. No todas las relaciones son iguales, ya que existen numerosas posibilidades: hay personas que mantienen relaciones sexoafectivas múltiples a la vez y no jerarquizan tales vínculos, todas las personas están a la par (esto se suele llamar “anarquía relacional”). Hay otros poliamorosos que tienen un vínculo primario central y relaciones amorosas o sexuales simultáneas, pero el eje (proyectos, convivencia, hijos) está puesto en la pareja principal, aunque con sinceridad. En las relaciones abiertas, muchas veces los miembros de la pareja eligen no enterarse, pero son conscientes de que hay libertad sexual y amorosa. 

¿A qué nos lleva todo lo anterior? A deconstruir [4] las relaciones afectivas. No perpetuar los roles previamente establecidos por la sociedad. Buscar una libertad, un consenso y una reciprocidad. Las relaciones afectivas no tienen porqué tener una jerarquía, sino volverse lo más horizontales posibles; sin importar si es familia, amistad, pareja o cualquier otra variedad de seres que se encuentren involucrados, lo mejor es optar por un vínculo sano con límites establecidos, consensuados y acordados.  

Sobre todo, abrir la mente a nuevas posibilidades; si la ciencia o tecnología se encuentran en constante cambio y evolución, ¿por qué no hacer lo mismo con nuestro pensamiento? Las circunstancias no son las mismas que hace algunas décadas, hemos descubierto nuevas formas de vivir, de producir y de amar. El miedo es el único que se opone en este camino de libertad afectiva. 


Notas:

[1] Pilar Sampedro. “El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de pareja” [en línea]. Pensamiento Crítico. Julio 2004. Dirección URL: http://www.pensamientocritico.org/pilsan0704.htm.

[2] No es casualidad que la Real Academia Española, una de las instituciones más renombradas a nivel internacional en términos de la utilización “correcta” del lenguaje, defina al amor como un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

[3] Monogamia: Modelo de relación sexo-afectiva que se basa en la exclusividad sexual y emocional hacia la pareja sentimental. Heterosexualidad: Atracción sexual hacia una persona del sexo opuesto. 

[4] Deconstruir. De acuerdo a la Real Academia Española, se define como: deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura. 

2 comentarios sobre “Desmitificando el amor romántico: diversas formas de amar

  1. El amor romántico ha existido, existe y seguirá existiendo. Es inevitable, y aunque pudiera parecer egoísta, es la base de una relación de pareja sólida. La ausencia de amor romántico en una pareja lleva al utilitarismo, a una relación que puede conservarse a conveniencia de alguna de las partes.
    La forma de encuadrar el amor romántico por algunos de los autores referidos es muy esquemática y no admite alternativas lo cual es erróneo, ya que en los hechos ha evolucionado.
    Por otro lado, el poliamor es un concepto vacío, que en la realidad esconde la falta de responsabilidad para sostener una relación de pareja con sus múltiples aristas. Es algo similar a lo practicado por las comunidades hippies de los años 60s del siglo pasado, que por falta de compromiso y Carencia de elementos para funcionar como un pilar social pasó de moda y desapareció del entramado social

    1. Hola Ladislao, agradecemos tu comentario. Por otro lado, te invitamos a leer la infografía que salió hace unos días sobre el tema. Desde nuestra perspectiva, el romanticismo es un elemento importante en las relaciones de pareja, pero la idea del amor romántico es un estereotipo dañino porque tiende a la reproducción de conductas que afectan la individualidad de una de las partes y, que en casos más graves, puede derivar en una agresión física o incluso algo peor.

      El poliamor implica en cierto sentido una responsabilidad afectiva ya que existe un consenso entre las partes al establecer los límites y tipo de vínculo que cada relación tiene (así sea entre tres o más personas). Es necesario señalar que el poliamor no es una figura que se pueda encuadrar en alguna categoría específica pues así como existen diferencias entre cada persona del mundo, sucede lo mismo con cualquier relación amorosa.

      Por último, la revolución sexual de los 60s dista mucho de la realidad actual pues las relaciones amorosas se han complejizado y adaptado a las nuevas circunstancias. Podemos aludir aquí a distintos conceptos que han surgido como el amor líquido o las relaciones efímeras. En primer lugar podría parecer que el acontecimiento detallado con anterioridad y las relaciones poliamorosas tienen muchas similitudes, pero se diferencian en muchas cosas. Como sugerencia puedes leer más al respecto para identificar mejor sus características.

      Gracias por tu comentario y la apertura al debate. Saludos cordiales.

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