Cortés ha muerto y no nos hemos dado cuenta



Mauricio Lozano Massés  

mauricio.masses@erreizando.com  


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“Ama a tu país como se ama a un familiar, con sus virtudes y sus vicios, con su realidad; amar a una patria ficticia, no es amor”

-Edmundo O’gorman [1]

A quinientos años de la caída de Tenochtitlán, no muchos lo saben pero Cortés está enterrado en el mismo lugar, es decir, en la Ciudad de México. Él no murió en la Nueva España, pero quiso ser enterrado allá, ya que él se sentía novohispano. La identidad mexicana lo rechaza, hubo una larga búsqueda en el siglo XIX para quemar sus huesos y borrar el periodo colonial. Sin embargo, seguimos cargando con los fantasmas de los conquistadores, sin perdonar el pasado, hasta buscar el perdón de los españoles. Ya sin Cortés la situación colonial de muchos pueblos originarios y otros grupos marginados persiste. ¿Podremos dejar de culpar a los muertos de nuestra realidad y mejorar la situación de muchas y de muchos?

Hay que empezar con quitarnos que la historia oficial de México, la cual fue reescrita en el Porfiriato, es totalmente verdadera. La historia de los héroes es paralela a la narrativa del estado-nación, pues este último está a cargo de juzgar el papel de las figuras históricas y, su historia, como cualquier mito fundacional, necesita de héroes y villanos. En ese sentido, como menciona Salvador Rueda, en 1980 se cree que ese héroe puede ser Cuauhtémoc: “se erigen los primeros monumentos; comienza a vérsele como el abuelo joven, como la figura que encarna el primer héroe de la nacionalidad.” Una historia que se maquilla y en la que se relega a Cortés como villano. Así, se modifican los acontecimientos que ocurrieron o que no ocurrieron como, por ejemplo, el cuento de los Niños Héroes

La historia de México hace mención de que fuimos conquistados; ¿Nosotros?, no en realidad. No existía un país con ese nombre, así nos lo recuerda Juan Miguel Zunzunegui, “ni toltecas, ni mayas, ni aztecas eran mexicanos”, [2] ellos sí fueron dominados por Cortés, quien en ocasiones fue apoyado por otros pueblos originarios que, a su vez, eran enemigos de los anteriores. Los tlaxcaltecas no fueron traidores debido a que no eran aliados del imperio mexica, eran pueblos rivales, ellos lograron beneficiarse con la caída del imperio que los oprimía, el mexica.  

Otra falsa noción, es que desligamos las identidades prehispánicas de los pueblos indígenas actuales, eso es un grave error. Debido a que son ellos los verdaderos herederos de las culturas prehispánicas, no hay una raíz prehispánica, existe todavía un árbol vivo de culturas indígenas. El pueblo mexicano no es heredero del imperio azteca, somos herederos del virreinato novohispano, porque el país heredó, casi en su totalidad, las fronteras de la Nueva España. Los mexicas siguen vivos en los pueblos de Milpa Alta, donde todavía se habla el náhuatl. Los pueblos originarios y los afrodescendientes no fueron dominados, resistieron y mantienen la lucha que continúan los gobiernos actuales.

Mientras se sigue escribiendo con la pluma una historia indigenista, con la otra mano, se hace otra cosa, como es el caso de la Repartición Agraria posrevolucionaria. Mientras se creaba una historia nacional que exaltaba las raíces indígenas, en la otra mano, para la restitución de las tierras perdidas por la Ley Lerdo, a los pueblos originarios se pedían los papeles de propiedad que les otorgó la Corona española. Esto se debe a que “el derecho a las tierras comunales tiene su origen en la época colonial”. Es decir, el derecho mexicano sigue acreditando las credenciales de los conquistadores; pedían un papel de más de cuatrocientos años. 

¿Qué ocurre entonces? Como lo dice Mario Vargas Llosa: “[el Presidente López Obrador] debió enviarse la carta a él mismo y responder a la pregunta de por qué México, que hace cinco siglos se incorporó al mundo occidental gracias a España, tiene todavía tantos miles de indios marginados, pobres, ignorantes y explotados.” Aunque difiero en la forma en que se expresa el escritor peruano, es cierto que tenemos una deuda histórica con poblaciones de los pueblos originarios, afrodescendientes y otras comunidades que han sido excluidas de la historia mexicana. Ser borrado de la historia hace que las reivindicaciones y necesidades de las comunidades puedan ser ignoradas.

Para mí, ese es el gran problema. Existe una identidad mexicana en la que, siguiendo a escritores como Octavio Paz o Heriberto Yépez, permea una sensación de inferioridad o de dominado. “La superación es imposible, un mexicano que gana no es mexicano.”[3] De esta forma, tenemos una historia paradójica: nos enorgullece la arquitectura colonial pero rechazamos todo lo “gachupín”, nos enorgullece el monumentalismo prehispánico pero continuamos la marginación de los pueblos originarios. 

¿Qué opción nos queda? Para los pueblos originarios lo menciona bien Ignacio Ramírez, liberal mexicano del siglo XIX, en su texto “A los Indios”, al decir que “Cortés no existe y no existirá ya otro Cortés, ¿por qué vuestra libertad no ha despertado? Considerad que no sólo se os oprime, sino que vuestros enemigos se avanzan a asegurar que no pertenecéis a la especie humana. Elegid diputados que trabajen por vosotros.” Ya el voto ha quedado superado, la acción política que vimos en 1994 con el levantamiento zapatista y en 2011 en el municipio de Cherán K’eri lo demuestran. Son los pueblos que exigen también escribir sus propias historias, pues estas van ligadas a su futuro. 

Para el gobierno, los peninsulares no continúan la empresa de marginación y explotación. Es cierto que la situación actual se debe a la marginación histórica de los pueblos, misma que se sigue perpetuando debido a que no se les consulta para la construcción de megaproyectos a pesar de que estos se realicen en su territorio, como es el caso del Tramo 2 del Tren Maya.

Yo hago una invitación a todos los que se consideran mexicanos y mexicanas a conocer de verdad México, con sus luces y sombras, reconocer que es necesario construir una mejor identidad nacional, una que sea plural, que acepte su pasado y que tenga miras al futuro. A quinientos años, yo creo que ya es necesario dejar descansar a Cortés. 

Notas:

[1] Citado por Javier Garciadiego, en Carrillo, Iván (ed.) (2010). “Actus” en Quo Historia, Grupo Expansión: México. p.88

[2] Carrillo, Iván (ed.) Juan Miguel Zunzunegui, (2010). “Momentos históricos: No nos conquistaron, no nos robaron territorio y no hubo revolución” en Quo Historia, Grupo Expansión: México. p.71

[3] Citado por Juan Miguel Zunzunegui en ibid. p.70

5 comentarios sobre “Cortés ha muerto y no nos hemos dado cuenta

  1. pd. decir “nos colonizaron” es asumirte como lo que no eres.
    José Martí el poeta, maestro ye independentista cubano blanco

  2. Hay que entender que mucho de lo que se postula desde la decolonialidad del saber no son ideas que necesariamente, hasta hace muy poco tiempo y permeadas por otras corrientes teóricas, hayan surgido desde el continente americano o la region de habla española. lo que postula el artículo es en mucho, finalizar con la historia maniquea del vencido que en realidad es acto meramente del periodo de la historia oficial del cardenismo y posteriores gobiernos de izquierdas en el país.
    no es alabar a Europa ni desprestigiar los apuntes del claro epistemicidio que data de esos tiempos pero si es decir que no podemos tampoco convencernos únicamente de la versión de colonia por el resto de nuestra vida.
    un apunte interesante es por ejemplo, que muchos de los resguardos de la historia y de los saberes pre-coloniales los hicieron las ramas más radicales de la iglesia católica en el territorio. eso nos debe llevar a pensar que no vino una sola España que ni siquiera era España tampoco, a conquistar igualmente todo el territorio del continente como si sus habitantes fuesen lo mismo o vivieran en la más bella de las armonías.
    la visión decolonial no es lo mismo que la post colonialidad siendo que la primera es vestigio de las luchas negras de África en dónde el despojo y los males de las conquistas fueron diversos a los de América latina en muchos sentidos.
    Nuestra Ámerica es un dicho que se lee en los escritos de bolivar quién pensava la mejor forma de vivir en unidad debía ser en un sistema político muy similar al europeo lugar en el que estudió y vivió.

    1. Hola otra vez, Leonel. Tu opinión es muy valiosa para Erreizando. El autor hace énfasis en que es importante mencionar que no parte del cardenismo la revisión histórica del pasado de México, este fenómeno como expreso en el texto tiene más data, los traumas históricos del siglo XIX reforzaron una idea de lo que es mexicano, sin que este ideario sea compartido por toda la población. Los gobiernos denominados como parte del periodo de la Restauración de la República fueron políticos emanados de las vivencias de la invasión norteamericana y la invasión francesa, tal es el caso del general Porfirio Díaz. Él fue el primero en poner monumentos como «homenaje a los héroes» el Hemiciclo a Juárez, las estatuas dedicadas a Cuauhtémoc, son de este periodo. Concuerdo que la visión actual emana del Partido Nacional Revolucionario y no como tal del PRI, ya que el interés de crear una identidad nacional parte primordialmente de Plutarco Elías Calles, ya que así legitimaba el partido en el poder al ser heredera de la Revolución. Hay que reconocer que los mayores críticos de la Conquista fueron los misioneros, como es Fray Bartolomé de las Casas y Bernal Díaz del Castillo con su obra «Historia verdadera de la conquista de la Nueva España obra.» Hay visiones que se contrarias, e cierto, los gobiernos españoles hablan de una hispanidad, una identidad que une a todo el continente y que se creó una «Leyenda negra» alrededor de la Conquista. Por otro lado, es la de los pensadores engendrados ya en el continente, en su mayoría segunda generación o tercera de españoles, es decir, los criollos. Quienes abogan de una identidad propia, que ya no es española, ya que tiene orígenes prehispánicos. En este sentido, el autor promulga por una reconciliación de ambas, por que la historia no es solo de los vencedores también de los vencidos, sin embargo, la historia ni de lejos se puede tomar como objetiva. Además, resalta que la intención última de su escrito es saber que dicho trabajo es nuestro, repensar nuestra realidad y velar por un país que acepte que no tiene un gran pasado, pero puede crear un mejor futuro. Saludos.

  3. Hola, Mauricio.
    Entiendo perfectamente el punto de tu texto, pero encuentro afirmaciones con las que difiero totalmente.
    Tener presente el pasado colonial y que los pueblos de Abya Yala fueron dominados epistemológica, política, económica y culturalmente no es rencor ni un trauma del que debamos desprendernos o “superarlo”, se trata de consciencia histórica. Tal como mencionas, hay que revisar de manera rigurosa la historia para comprender el presente, pero también tiene que ser sometida a un análisis decolonial que vaya en contra de la lógica eurocéntrica con la cual se narró.
    De igual forma, debe tenerse presente la decolonialidad del saber, enfoque que posiciona al pasado colonial como elemento fundamental para explicar la realidad social de nuestros países latinoamericanos hoy en día. Fuimos colonia y eso jamás va a cambiar, pero intentar olvidarlo o “superarlo” no sólo sería insensato, sino que representaría un obstáculo histórico para comprender el tema.
    Construir la identidad mexicana es una labor importante, pero también está fundamentada en el nacionalismo europeo, el mismo que ha generado las más terribles guerras. En este caso, prefiero recurrir a José Martí en la tarea de identificarnos como latinoamericanxs, pero ello implica, sobre todo, tener presente que nos colonizarnon; una vez hecho esto, podremos formarnos una identidad decolonial justamente a partir de una construcción descolonizada. En este sentido, invitar a “dejar descansar a Cortés” y a dejar de tener presente este capítulo histórico es, incluso, poco latinoamericanista.
    En cuanto a Cortés y a todo el impero español durante la colonia, como a todo tipo de institución genocida: ni perdón, ni mucho menos olvido. No importa cuántos años hayan pasado.

    1. Hola, Antonio, agradecemos mucho tu comentario. Con respecto al mismo, el autor resalta que el presente texto no tiene la intención de olvidar por ningún momento el epistemicidio ni las cruentas formas de dominio que se perpetraron durante la Colonia. Sin embargo, hay que poner mucho énfasis que muchas identidades actuales surgen de este hecho, lo que hoy en día asociamos como “comunidades indígenas” surgieron a través de una autoconcepción debido a la llegada de un otro, representada por los conquistadores, para ello recomiendo mucho el análisis que el investigador Diaz Polanco ha hecho al respecto. Él pone en tela de juicio las actitudes de los gobiernos liberales de principios de la República y hasta de los actuales, quienes desamortizaron las tierras comunales entregadas en la Colonia y buscaron implementar la propiedad privada eliminando la figura de la propiedad comunal. En una revisión histórica el territorio que hoy es México tiene mayor historia colonial que independiente e incluso todavía menor que la historia mexica, ambas figuras representadas como pilares de la historia mexicana, creando así una historia negra de la Colonia. La dominación de otros pueblos y epistemicidios también ocurrió previamente de la llegada de los españoles, recomiendo ver cómo el imperio mexica renombró lugares o comunidades en náhuatl sin tener en consideración a las comunidades que viven ahí, ahora debemos de crear un país que permita distintas realidades, muchos mundos en un mundo. Aunado a lo anterior, tanto en la cita del principio y como forma de conclusión invita a los lectores que es necesario conocer toda la historia del país y aceptarla como tal, los juicios de valor no cambian los hechos, pero son las interpretaciones que parecen no reconocer que durante las independencias de los países latinoamericanos los pueblos originarios fueron excluidos y previas al dominio español también hubieron pueblos originarios sometidos . Él enfatiza que promueve reconocer los agravios y promover la conformación de un país que no logra saldar la deuda histórica que tiene, y tal parece, que no lo va a ser debido a que todavía se sigue sin reconocer en su totalidad la autonomía y la propiedad de los pueblos originarios tienen de sus tierras ancestrales. Ahora que se conmemorará los quinientos años de la conquista es necesario saber hacia dónde vamos. Saludos cordiales.

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