En el siglo XXI, los proyectos de conectividad e integración económica han adquirido un mayor valor geoestratégico, ya que incluyen la participación de una amplia cantidad de países, economías y territorios. Lo anterior se ha desarrollado a través de lo que se conoce como proyectos de integración megarregional.
La conformación de amplios bloques de cooperación megarregional ha sido un pilar en la modificación constante del panorama global. Estos proyectos se caracterizan por el número y el tamaño de las economías involucradas; la búsqueda de espacios económicos integrados con un vasto alcance; y la inclusión en su agenda temática de áreas no abordadas.
Estos proyectos son la apuesta de las principales potencias económicas para la articulación de un nuevo sistema multilateral, por lo cual, la competencia por establecer las reglas es una prioridad en términos geoeconómicos y geopolíticos, para la reconfiguración del sistema internacional. La integración megarregional en el caso de China se materializa con la Iniciativa “One Belt, One Road” (OBOR).
La Iniciativa de la Ruta de la Seda Marítima (MSRI por sus siglas en inglés) y el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda (SREB también por sus siglas en inglés), son conocidos conjuntamente como “La Franja y la Ruta”. La MSRI fue propuesta en octubre de 2013 por el presidente Xi Jinping durante un discurso ante el parlamento indonesio como parte de su visita a varias naciones del Sudeste Asiático y su participación en una reunión del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) [1] .
La MSRI contemporánea se relaciona con la antigua Ruta de la Seda, la cual comenzaba en Fuzhou, una ciudad en Fujian en China, y “luego recorría el Sudeste Asiático, a través del Mar del Sur de China, para después pasar por el Estrecho de Malaca, el Océano Índico y finalmente el Mediterráneo” [2]. Actualmente, este es un proyecto de interconectividad transfronteriza que, hasta el 2019, había involucrado a 29 organismos internacionales y a 138 países en 2020.
Es así que, la MSRI y el SREB son considerados como los dos proyectos más importantes para Beijing en el siglo XXI, con el potencial para transformar el panorama geoeconómico y geopolítico mundial. Con este proyecto, el gobierno chino pretende mejorar la conectividad transcontinental, por lo que incluye la construcción de una enorme infraestructura, la creación de Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) y la atracción de inversión en diversas áreas [3].
Si bien el proyecto de la Iniciativa de la Franja y la Ruta tenía un marcado interés inicial por conectar a China con Europa a través del Canal de Suez y del Mediterráneo [4], en los últimos años ha mostrado las pretensiones de conectarse con los cinco continentes, siendo las regiones de América Latina, el Ártico y África las nuevas áreas de interés. La integración de África en el proyecto OBOR, da cuenta del ambicioso plan geopolítico y geoeconómico que China ha estado construyendo desde hace ya varios años.
La inclusión oficial del continente africano en el proyecto OBOR formó parte de la agenda de actividades de la asociación estratégica sino-africana durante la sexta cumbre del Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC por sus siglas en inglés), realizada en diciembre de 2015. La difusión de la MSRI en África “se puede entender a partir de las giras de trabajo de los líderes chinos en el continente: la del presidente Xi Jinping en 2013; la del primer ministro Li Keqiang en 2014 y la celebración de la sexta cumbre del FOCAC en 2015” [5].
Durante la visita del Primer Ministro Li Keqiang a África, se presentaron los principios de la “nueva política de China en África” por medio de un concepto de cooperación denominado “4-6-1” [6]. Este modelo se traduce en el compromiso de China para la ampliación de la cooperación industrial con los países africanos para incluir el comercio, la inversión y la infraestructura, ya que considera que la etapa de reestructuración industrial y la transformación de su modelo de desarrollo económico están enlazados con el desarrollo de África.
El modelo de cooperación “4-6-1” consiste en: a) cuatro principios: el trato mutuo con sinceridad y en igualdad, la consolidación de la solidaridad y la confianza mutua, la colaboración por un desarrollo inclusivo y la promoción de la innovación en la cooperación bilateral; b) seis áreas de cooperación sino-africanas: industria, finanzas, reducción de la pobreza, protección ecológica, intercambios pueblo a pueblo y paz y seguridad; y c) una plataforma, el FOCAC, para coordinar las relaciones de cooperación entre ambos [7].
África encaja perfectamente en la estrategia de Pekín por varias razones. En primer lugar, las ricas reservas de energía, minerales y materias primas africanas que alimentan directamente la búsqueda de recursos naturales de China para impulsar su crecimiento económico interno, ya que, desde la década de los 2000, el agotamiento de la energía doméstica y los recursos naturales se estaba convirtiendo en una limitación para el desarrollo económico.
Segundo, las relaciones establecidas y fortalecidas con los países africanos en décadas anteriores, hizo de África un socio amigable y deseable. Además, desde la crisis de 2008, el continente africano se ha convertido en uno de los principales mercados alternativos para colocar los productos chinos ante la reducción de la demanda de las estancadas economías occidentales y para el año 2009, China se había convertido en el primer socio comercial de África [8].
Por último, en términos políticos, Beijing busca el apoyo de África para la legitimidad política interna del Partido Comunista Chino y su proyecto de “Una sola China”, así como para la agenda de política exterior, especialmente en foros multilaterales dado el tamaño del bloque de votación africana [9]. Sumado a esto, la seguridad comercial de Pekín, en especial la energética, está sujeta a las dificultades geográficas y tensiones con el Sudeste Asiático por los conflictos territoriales, como el referente a las Islas Spratly y la densidad del tráfico marítimo.
Es así que Beijing ha emprendido una política de diversificación de rutas comerciales marítimas liderada por la MSRI y el Collar de perlas chino. La MSRI abarca buena parte de la costa oriental africana, ya que es un punto importante para la seguridad de las exportaciones, el abastecimiento de recursos y la ampliación de puertos donde comerciar, en donde las zonas estratégicas son el estrecho de Bab el-Mandeb (una de las rutas comerciales marítimas y transporte de energía más importante del mundo) y, por supuesto, el Canal de Suez.
En este sentido, África resulta importante para el control estratégico de los puertos, las buenas conexiones hacia el interior y la docilidad política de los países receptores para asegurar la rentabilidad del gran proyecto. Además, según Garth Shelton [10], en los últimos años Pekín ha firmado más de 30 acuerdos marco sobre préstamos con más de veinte países africanos, en donde algunos proyectos financiados por estos préstamos han logrado éxitos notables, tales como la exploración de petróleo en Sudán, la renovación de ferrocarriles en Botswana, la cooperación de desarrollo agrícola con Guinea, la explotación de bosques y el procesamiento de madera en Guinea ecuatorial.
Durante el período 2015-2016 los proyectos que se anunciaron en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en África fueron: inversión de capital chino en obras relacionadas con la expansión del nuevo Canal de Suez; el desarrollo industrial del puerto de Bagamoyo en Tanzania; proyectos de infraestructura en otros puertos africanos como Bizerta (Túnez), Dakar (Senegal), Dar es-Salam (Tanzania), Yibuti y Tema (Ghana); la construcción de un reactor nuclear en Sudán; y la construcción de carreteras en Namibia [11].
Es así como China intenta seguir así una política cooperativa y paciente en el escenario internacional, dirigida principalmente a garantizar una estabilidad que le permita mantener el crecimiento económico interno y construir la imagen de un actor internacional responsable y solidario. El proyecto “One Belt, One Road” figura como la posibilidad de Pekín de lograr su “ascenso pacífico”, poniendo sobre la mesa una alternativa ante el modelo impuesto por Estados Unidos y mostrando que su ascenso no es una amenaza.
Sin embargo, como todos los proyectos de integración económica, la Iniciativa de la Franja y la Ruta está fuertemente influenciada por los intereses económicos y estratégicos de Beijing. Por un lado, se posiciona como una alternativa ante el modelo “universal” estadounidense y, por el otro, figura como un arma de doble filo para el continente africano, ya que o ayudará al desarrollo económico e industrial de África, o aumentará la dependencia de estos países dada la cantidad de préstamos, así como las garantías por estos, que esencialmente son puertos comerciales y minas de los cuales China puede disponer sino se cumplen los pagos.
Esta iniciativa ha sido el pilar económico y político en materia internacional del presidente Xi Jinping, por lo que aún quedan algunos años para realizar un análisis profundo del impacto, el beneficio y los costos que podría traer a todas las partes involucradas. Sin embargo, sin duda representa una oportunidad para reflexionar sobre un modelo económico, político y social alternativo, basado en la cooperación, el multilateralismo, la gobernanza global, la heterogeneidad y el beneficio compartido pero que, evidentemente, sigue sin dejar de lado intereses particulares.
Notas:
[1] Jean-Marc F. Blanchard y Colin Flint. “The Geopolitics of China´s Maritime Silk Road Iniciative”. Geopolitics. Vol. 22. Núm. 2. Taylor and Francis Group. Inglaterra. 2017. Pp. 223-245.
[2] Ibidem, P. 226.
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] Manuel de Jesús Rocha Pino. “China y la integración megarregional: la Nueva Ruta de la Seda Marítima en África”. Revista CIDOB d´Afers Internacionals. No. 114. Barcelona. 2016. P. 100. Recuperado el 29 de septiembre de 2020 en:https://www.cidob.org/es/articulos/revista_cidob_d_afers_internacionals/114/china_y_la_integracion_megarregional_la_nueva_ruta_de_la_seda_maritima_en_africa
[6] Idem.
[7] Ibidem, P. 101.
[8] Pablo Moral. “China en África: del beneficio mutuo a la hegemonía de Pekín”. El Nuevo Orden Mundial. 2019. Recuperado el 29 de septiembre de 2020 en https://elordenmundial.com/china-en-africa/
[9]Sun Yun. Africa in China´s Foreign Policy. Brookings Institution. 2014. P. 3.
[10] Garth Shelton. “China, África y Sudáfrica. Avanzando hacia la cooperación Sur-Sur” en Atilio Borón. Política y movimientos sociales en un mundo hegemónico. Lecciones desde África, Asia y América Latina. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. 2006. Pp. 343-379. Recuperado el 29 de septiembre de 2020 en:http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/sursur/politica/PIVCdos.pdf
[11] Rocha Pino, Op. Cit., P. 102.
[12] Moral, Op. Cit.
1 comentario sobre “África en los proyectos megaregionales: la Nueva Ruta de la Seda”