Abuso sexual en el deporte: equipo estadounidense de gimnasia



Julieta Rosales Benítez

julieta.rosales@erreizando.com 


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El sonado caso de abuso sexual perpetrado por el ex médico Larry Nassar hacia integrantes del equipo femenino de gimnasia de Estados Unidos, entre ellas las medallistas olímpicas Simone Biles, McKayla Maroney, Aly Raisman, ha abierto el debate sobre la cultura de normalización del abuso sexual en el deporte. Aunque podría parecer otro de los muchos casos que han surgido en la historia del deporte, es importante que analicemos ¿qué lo detona? ¿por qué siguen sucediendo? y ¿por qué nadie hace nada, hasta mucho tiempo después?

En este artículo, se abordará el abuso sexual y la cultura de la normalización que generó el encubrimiento de dicho delito durante décadas. Asimismo, se expondrá la forma en la que la sociedad invisibiliza estas conductas y permite que los abusos sigan sucediendo.

El 16 de enero de 2018, Larry Nassar fue llevado al tribunal de Míchigan, Estados Unidos, por ser acusado de abusar sexualmente de 140 gimnastas cuando era médico principal del equipo nacional. Sin embargo, existen reportes de víctimas que sufrieron de su abuso desde los años 90, hace 2 décadas. Si bien la primera denuncia formal fue realizada por una de las víctimas hace 5 años, el proceso legal que llevó a Nassar a la cárcel fue largo y exhaustivo, y no culminó hasta el presente año.

Nassar fue condenado de 40 a 125 años de cárcel por sus delitos, sin embargo, dado que el equipo del FBI que llevó a cabo la investigación no hizo adecuadamente su trabajo, este 15 de septiembre de 2021 el Senado estadounidense recibió a Simone Biles y sus compañeras de equipo, quienes denunciaron el ineficaz desempeño de la policía.

Gracias a la publicación de un informe en julio de este año, se supo que el FBI había retrasado el inicio de la investigación, no se entrevistaron a testigos clave y tampoco notificaron a las fuerzas del orden estatales. Esto provocó que, a pesar de que las denuncias se habían presentado ante el órgano correspondiente, Larry Nassar pudiera seguir abusando de muchas niñas y jóvenes en ese tiempo.

Esto nos hace preguntarnos ¿por qué como sociedad negamos que estos delitos suceden?  y, al saberlo ¿qué hace que normalicemos esas conductas?

La violencia sexual contra niñxs y adolescentes, según la UNICEF, engloba diferentes actos de abuso, cometidos en distintos ámbitos, entornos y relaciones. En algunos casos, las menores sufren de abuso sexual por parte un adulto que está en una posición de confianza o autoridad, como un sacerdote, un agente de policía, un cuidador o un entrenador deportivo.

Si bien tanto niños como niñas son potenciales víctimas de violencia sexual, el abuso sexual de menores está marcado por el género, dado que lo más habitual es que los autores sean hombres (alrededor del 90%). La mayoría de las víctimas que muestran abusos sexuales infantiles son niñas.

El acceso al cuerpo de las mujeres sin su propio consentimiento ha estado históricamente sustentado en las sociedades humanas. Y aunque la variabilidad en la incidencia de estos actos varía de acuerdo a la cultura, este acto era una práctica reglamentada, que no reviste el carácter de desvío o es considerado un delito. [1] Es hasta la llegada de la modernidad que esto cambia y la violación pasa a ser regulada por la ley.

Según la autora Emile Buchwald, la cultura de la violación hace referencia a la forma en la que la sociedad no sólo culpa a las víctimas de la violencia sexual que han sufrido, tanto en casos de mujeres como de menores, sino también a la normalización de las mismas conductas. Porque más que tratar de denunciar y erradicar los abusos, se nos ha acostumbrado a convivir con ellos.

Este conjunto de acciones que la sociedad sigue perpetuando en la mayoría de los casos de abuso sexual representa un ejemplo de violencia cultural, que según Johan Galtung, disfraza la violencia directa y la estructural como dinámicas propias de la vida diaria. Legitima, justifica y normaliza ambas. [2] De esta manera, todo elemento de la cultura, materializado en la religión, la ideología, el lenguaje, el arte o la ciencia que se utiliza para justificar la violencia directa provoca que nosotrxs como sociedad los interioricemos y aceptemos como tal.

Esto es posible vislumbrar en el encubrimiento con el que Nassar contaba por parte de la Federación de Gimnasia de Estados Unidos y la Universidad Estatal de Michigan sobre los cientos de abusos que cometió. Asimismo, las atletas reportaron que tanto profesores, entrenadores, personas del mundo de la gimnasia, psicólogos y padres de familia sabían a detalle lo que ellas sufrieron.

El abuso sexual fue normalizado por los sujetos cercanos a las víctimas, que día a día interactuaban con ellas. Sin embargo, la normalización y la reducción de la importancia de dicho delito puede sustentarse en que pocas veces existen secuelas físicas visibles, por lo que se piensa que no existen efectos graves. Sin embargo, el abuso afecta gravemente tanto el plano psicológico como el emocional. 

A modo de conclusión, podemos decir que el abuso sexual dentro del ámbito deportivo representa uno de los muchos casos en los que se abusa de la confianza que las víctimas menores de edad depositan en su entrenador. Y no sólo eso, sino que las personas cercanas a la víctima que tienen conocimiento sobre dicho abuso y niegan lo que pasó, vulneran más la confianza de lxs menores, provocando secuelas emocionales a largo plazo. El caso del equipo de gimnasia estadounidense resultó uno de los pocos en los que no sólo se enjuició y encarceló al abusador, sino que también se llevó a la corte a la policía por su negligencia. 

No solo padecían los devastadores efectos de la violación, sino que también tenían profundas heridas por haber sido silenciadas, culpadas y a menudo obligadas a regresar al consultorio para que siguieran abusando de ellas. Sin embargo, ¿es necesario que las víctimas sean reconocidas a nivel internacional para que se actúe adecuadamente? 

“Culpo a Larry Nassar, y también culpo a todo el sistema que permitió que perpetrara sus abusos”, dijo Simone Biles ante el Senado. 

Notas:

[1] Rita Laura Segato, “La estructura de género y el mandato de la violación” en Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Universidad Nacional de Quilmes, 2003, p. 41.

[2] Johan Galtung, “La violencia: cultural, estructural y directa” en Política y violencia: comprensión teórica y desarrollo en la acción colectiva, Cuadernos de estrategia, ISSN 1697-6924, Nº. 183, 2016, págs. 147-168.

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