La diplomacia, históricamente, ha fungido como la herramienta ideal para que las relaciones entre los Estados y otros actores internacionales se lleven de la mejor forma posible; sin embargo, esta se ha visto beneficiada —y muchas veces perjudicada— por los canales de comunicación que van más allá de cualquier frontera, los cuales se han magnificado con la aparición y auge de las redes sociales.
Esta facilidad para usar la red social ha sido aprovechada por los y las líderes mundiales, no sólo jefes de Estado, sino también diplomáticos, organizaciones internacionales y líderes religiosos. Por ejemplo, quienes, en aras de adaptarse a los cambios tecnológicos provocados por la creciente globalización, buscan crear un vínculo con la sociedad que les ayude a formular sus objetivos y estrategias políticas de forma más acertada. A esto se le conoce como twiplomacia o diplomacia digital.
La diplomacia, en su forma más tradicional, no se ha caracterizado por ser una práctica extremadamente reservada, pues las y los más altos mandatarios mundiales suelen estar en constante interacción con sus homólogos o personas de la esfera política en eventos sociales que no son privados o exclusivos. Sin embargo, hacer diplomacia en el siglo XXI ha trascendido de lo tradicional, pues lo que se consideraba como una actividad entre personajes con gran poder y autoridad política, ha pasado a ser una actividad que puede involucrar, hasta cierto punto, a cualquier persona que tenga un dispositivo móvil y acceso a internet, lo que ha llevado a una redistribución del poder entre los diversos actores internacionales.
A través de la twiplomacia los y las líderes mundiales pueden dar a conocer aspectos sobre su relación con otros países, y cualquier ciudadano, sin importar si pertenece al país o no, puede aprobar o rechazar su decisión de forma simbólica, lo que tiene un gran impacto en cómo se aplican las políticas posteriores y el nivel de aceptación que estas pueden tener, pues esta forma de diplomacia se basa, fundamentalmente, en la opinión pública. Esto puede ser visto como un mecanismo más eficiente para llevar a cabo la práctica, ya que permite la participación colaborativa de actores formales e informales en diferentes áreas de la política exterior.
Desde su creación en 2006, Twitter ha ganado millones de seguidores, entre los que se encuentran los gobiernos de 189 países de los 193 pertenecientes a la Organización de las Naciones Unidas, exceptuando los gobiernos de Corea del Norte, Laos, Turkmenistán y Santo Tomé y Príncipe. Según un estudio del 2020 realizado por Twiplomacy, 163 jefes de Estado y 132 ministros de relaciones exteriores tienen cuentas personales a través de las cuales interactúan con sus seguidores. Entre los gobiernos y cuentas personales más seguidas se encuentran:
- @realDonaldTrump: Expresidente de Estados Unidos con 88 millones de seguidores previo a la eliminación de su cuenta.
- @narendramodi: Primer ministro de la India con 63 millones de seguidores.
- @Pontifex: El Papa Francisco con 50 millones de seguidores.
- @PMOIndia: Primer ministro de la India con 39 millones de seguidores.
- @POTUS45: Expresidente de Estados Unidos con 33 millones de seguidores.
- @JoeBiden: Presidente de Estados Unidos con 28 millones de seguidores.
- @WhiteHouse45: 26 millones de seguidores.
- @RTErdogan: Presidente de Turquía con 17 millones de seguidores.
- @jokowi: Presidente de Indonesia con 14 millones de seguidores.
- @ImranKhanPTI: Primer ministro de Pakistán con 12 millones de seguidores.
La twiplomacia no significa únicamente una mayor participación social en las prácticas diplomáticas, también implica que haya una presión más grande para las personas que ostentan el poder y que desean cumplir con las expectativas e ideales de sus seguidores en Twitter, quienes reaccionan a cada movimiento, sea bueno o malo. Esto puede resultar contraproducente, pues al exponer las decisiones u opiniones políticas de forma pública, se pueden generar diversos impactos en la sociedad, generalmente muy polarizada, llevando a la cultura de la cancelación o a la viralización de hashtags que apoyen o muestren desacuerdo en cuanto a lo expresado.
Aunque la twiplomacia ha mostrado su lado positivo, también puede ser utilizada como una forma de ejercer poder blando [1] en la sociedad, pues a través de tuits, las y los líderes mundiales tienen la oportunidad de mostrar su postura acerca de acontecimientos internacionales que tienden a ser muy polémicos, lo que normalmente genera una gran influencia en sus seguidores. En este sentido, la red social también ha sido utilizada de forma estratégica para influenciar a la comunidad, pensando siempre en el beneficio del Estado a través de un apoyo masivo que justifique o respalde las acciones y el discurso de los y las representantes de Estado.
El uso de esta forma de poder blando por personajes políticos también puede perjudicar las relaciones entre los Estados y sus líderes. El expresidente estadounidense, Donald Trump, ha sido el ejemplo más claro de esto, pues durante su mandato utilizó este medio para difundir su postura y opinión hacia otros países y mandatarios, siendo estas, en ocasiones, demasiado negativas, despectivas, racistas, xenófobas y supremacistas, principalmente cuando sus homólogos diferían en cuanto a los ideales u objetivos que el exmandatario sostuvo, lo que devino en la reproducción de un discurso de odio por parte de sus seguidores o fanáticos.
Entre las tensiones internacionales que se han creado a través de la twiplomacia se pueden destacar las ocurridas entre Estados Unidos y Rusia en lo que respecta a la Crisis de Crimea, cuando el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y el ex secretario de Estado estadounidense, John Kerry, dejaron claras sus posiciones políticas contrarias usando el hashtag #UnitedforUkraine. Otro ejemplo fue la postura del ex mandatario Donald Trump en cuanto a su homólogo norcoreano y a la carrera nuclear en la que están inmersos. En 2018, Trump tuiteó que si Kim Jong-un tenía un “botón nuclear”, él tenía uno más grande y poderoso, lo que se pudo interpretar como una amenaza a la seguridad nacional del país asiático. Otro caso ocurrió en 2012, cuando Joe Benjamin —embajador del Reino Unido en Chile— hizo referencia a los intentos de Argentina por recuperar las Islas Malvinas a manera de burla, lo que casi provoca la ruptura de las relaciones entre los países.
Si bien la twiplomacia ha revolucionado la forma de llevar a cabo la labor diplomática, no ha reemplazado las formas tradicionales, ya que Twitter y las otras redes sociales no tienen la capacidad de ser un medio por el cual se puedan llevar a cabo negociaciones y acuerdos entre Estados de manera formal. Esto limita el papel de dichas redes a fungir como una herramienta que únicamente permite a los actores internacionales acercarse a la comunidad con la finalidad de conocer, consultar, informar e influenciar, muchas veces llegando a extremos peligrosos para la sociedad y la política.
Notas:
Hola Ale:
Estoy de acuerdo con la idea de que TW y las redes socailes en general son una herramineta que empodera a sectores que pueden estar relegados en los rinconsitos del ejercicio político, sin embargo, la idea “hasta cierto punto, a cualquier persona que tenga un dispositivo móvil y acceso a internet, lo que ha llevado a una redistribución del poder entre los diversos actores internacionales” me parece que puede ser una afirmación complicada de demostrar pues no diría que son las personas tengan de capacidad frente a los otros actores, lo que si es real en cuanto a esta redistribución que dices son grupos sociales que utilizan las redes como medio organizacional y de protesta.
aquí me gustaría dejarte una pregunta ¿Crees que la twitplomacia es contraria a la diplomacia tradicional o que es un complemento de esta? lo pregunto en este sentido.
En otro articulo de Erreizando dijeron que la diplomacia pretende encontrar acuerdos de formas pacíficas y sustentadas por el dialogo, eso me llevaría a pensar que lo que trump hacia poco tiene que ver con diplomacia.
y que los ciudadanos de a pie si bien tienen acceso a una relación más directa con quienes les gobiernan no estarían haciendo diplomacia ¿o si?
espero tu respuesta me gustó mucho leerte
Hola Leonel, agradecemos tu comentario. Nos parecen muy interesantes tus observaciones. En lo que respecta a tus cuestionamientos, la autora considera que la twiplomacia puede ser un completo de las prácticas diplomáticas tradicionales cuando se hace uso de esta red con fines cooperativos y que difundan y promuevan la buena relación entre los Estados. Sin embargo y como es propio de este tipo de medios de comunicación, el uso indebido también puede traer consigo el resquebrajamiento de las relaciones, como fue el caso de Donald Trump durante su presidencia, pues si bien, y como mencionas, los tweets del expresidente no buscaban -en algunas ocasiones- fomentar las relaciones diplomáticas respecto a otros países, si tendían a tensarlas, lo que generaba efectos negativos en la diplomacia. Otro ejemplo puede ser lo ocurrido en 2012 entre Joe Benjamin respecto a la situación de Argentina, Reino Unido y las Islas Malvinas.
En cuanto a tu segunda pregunta, si bien las personas de a pie tienen una mayor relación con lxs líderes mundiales y otros diplomáticos, no están haciendo diplomacia en el sentido estricto, pero fungen como actores importantes promotores de una opinión pública respecto a las acciones que cada Estado realiza en cuanto a otro, sean estas positivas o negativas.
Gracias por tus preguntas, saludos cordiales.