De la farándula a la política: Kayne West no es el primero



Brandon Young

brandon.young@erreizando.com  


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La política, es una práctica que históricamente ha sido delegada a aquellas personas que: le han dedicado su vida al servicio público, están afiliadas a algún partido político y ostentan grados académicos. Pero, ¿qué ocurre cuando personalidades provenientes del mundo del entretenimiento incursionan en el ámbito político?  

Esto fue lo que ocurrió el pasado 4 de julio, cuando el rapero estadounidense Kanye West anunció en su cuenta de Twitter que presentaría su candidatura para las elecciones presidenciales del 2020. La realidad es que no es un contendiente serio, incluso en muchas encuestas no aparece su nombre y en las que sí apenas obtiene el 2% (Político, 2020).

Inicio de la campaña presidencial de Kanye West en Carolina del Sur

Si tiene tan pocas probabilidades de ganar, ¿por qué sigue en la contienda electoral? Mucho se ha especulado sobre las intenciones del famoso productor de música en competir en los comicios electorales. Un acto para obtener publicidad es la respuesta más recurrente. Sin embargo, no es ningún secreto que Kanye respalda la presidencia de Donald Trump: en varias ocasiones se le ha visto portando la famosa gorra “MAGA” (Make America Great Again), eslogan de la campaña de Trump; también, fue invitado a la Casa Blanca para dialogar sobre la reforma que se le intenta hacer al sistema de justicia criminal. Por todo esto, los demócratas llegaron a creer que Kanye es una estrategia para dividir el voto afroamericano.

Kanye West en la Oficina Oval con Donald Trump

Dividir el voto de la comunidad negra está lejos de ocurrir. En el contexto actual de la pandemia, con 1.1 millones de personas desempleadas en Estados Unidos, hay muy pocas probabilidades que los votantes vayan a elegir a un candidato independiente (The Wall Street Journal, 2020). Kanye West no cuenta con el respaldo suficiente del electorado para competir en la carrera presidencial, mucho menos tiene una agenda política. Pero, ¿Qué ocurre cuando una actor político no tradicional; es decir, cuando una celebridad tiene tanto el apoyo del electorado como una agenda política bien definida?

El ejemplo más conocido es Ronald Reagan. El 40º presidente de los Estados Unidos  de América inició su carrera como comentarista de radio y posteriormente fue actor. Si algo no le faltaba era carisma, una cualidad necesaria tanto en el mundo del entretenimiento como en la política. Reagan, después de servir como gobernador del Estado de California durante dos mandatos, fue el candidato del partido republicano para contender en la carrera presidencial.  En 1981 fue elegido presidente de los Estados Unidos.

Ronald Reagan, 40º Presidente en la historia de EE.UU

Otro caso conocido es el de Arnold Schwarzenegger, aclamado por su papel en las películas de Terminator. El actor y fisicoculturista austriaco, naturalizado estadounidense fue gobernador del Estado de California por dos periodos. El ganador de varios globos de oro ya contaba con una base sólida de seguidores y admiradores cuando anunció su candidatura, lo que le sirvió para catapultar su carrera política en 2003.

Arnold Schwarzenegger apodado “The Governator”

De igual forma, en Filipinas , el famoso boxeador Manny Pacquiao ha incursionado en la política.  El campeón de más 70 peleas en el cuadrilátero ostenta, desde 2016, el cargo de Senador. En Ucrania el actual Presidente, Volodymyr Zelensky, inició su carrera como comediante y productor de un programa de televisión; lo que le dio una plataforma mediática y una audiencia sólida para lanzar su campaña política en 2019.

Manny Pacquiao en el  Senado de Filipinas

En México no nos quedamos atrás; muchos son los casos de famosos que han incursionado en la política, pero el que más lejos ha llegado es el futbolista Cuauhtémoc Blanco, quien, actualmente es el gobernador del Estado de Morelos, donde anteriormente sirvió como presidente municipal de 2016 a 2018.

Toma de protesta de Cuahtémoc Blanco

Los casos de famosos que han saltado del mundo del entretenimiento a la política son numerosos y están en aumento. Esto se ha convertido en un fenómeno social que ocurre a nivel internacional.  A pesar de provenir de distintos ámbitos (deportes, cine,  televisión, música e incluso la comedia) la retórica de estos personajes es muy parecida. Se aprovechan del hartazgo que existe hacia el político tradicional y prometen que serán diferentes. La falacia radica en que por ser externos al sistema que es el aparato político de un Estado, serán diferentes. Y los votantes están convencidos de esto. A pesar de lo anterior, terminan siendo un político más, sentado en un cargo público.

Estas personalidades salidas del mundo del espectáculo son muy valoradas por los partidos políticos de todo el mudo ya que cuentan con un respaldo gigantesco y un impulso mediático que es necesario para asegurar puestos públicos en las elecciones. La estrategia de lanzar la candidatura de Kanye West hacia la presidencia no hace más que distraer la atención del verdadero debate entre Trump y Biden; sin embargo, la realidad es que cada vez más famosos están compitiendo por cargos públicos. Los votantes van entonces, a decidir si las propuestas y agendas políticas que proponen estos nuevos actores no tradicionales son acordes a las necesidades sociales y políticas que imperan.


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