Los Juegos del Hambre y la disuasión nuclear



Brandon Young Durán

brandon.young@erreizando.com


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La trilogía de libros Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins,  llevada a la pantalla grande en 2012, tiene muchos elementos que sirven para ejemplificar varios fenómenos o teorías de las relaciones internacionales. En esta fascinante distopía, la autora plantea un mundo devastado por guerras y desastres medioambientales, donde los sobrevivientes se reorganizan en una nación llamada PANEM. Esta nación  se localiza en lo que actualmente es la región de Norteamérica; está formada por un Capitolio, que es el centro del poder político y militar, y 12 Distritos, que se encargan de suministrar recursos.

Los Juegos del Hambre se centran en la protagonista Katniss Everdeen, interpretada en el cine por Jennifer Lawerence, personaje que se convierte en el símbolo de la rebelión por su desafío al Capitolio durante los 74º Juegos. Algunos de los elementos que se destacan en la trama son el poder, la guerra y la desigualdad. No obstante, la rivalidad militar resulta ser la piedra angular que enfatiza las tensiones entre el Capitolio, el centro del poder, y el Distrito 13, la periferia. Mediante sus complejas relaciones, estos dos entes son responsables de mantener el frágil balance dentro de PANEM.

Todos los distritos tienen hacia el Capitolio una relación de subordinación, donde, además de cumplir con la producción de bienes y servicios para la nación, deben enviar cada año una pareja de jóvenes, hombre y mujer, no mayores a los 18 años llamados tributos, para que compitan en los llamados Juegos del Hambre. Estos juegos son un constante recordatorio a los distritos de las consecuencias de rebelarse, como ocurrió durante los “días oscuros”, época donde los distritos se levantaron contra el Capitolio. En esta Primera Rebelión, cobró especial importancia la participación del Distrito 13, el cual tiene una desarrollada industria armamentista  y nuclear con la que pudo desafiar el poder del Capitolio y vencerlo de no ser por la posible aniquilación de ambos. 

Hangar militar del Distrito 13

Hacia el término de la “Primera Rebelión”, el Capitolio y el Distrito 13 pactaron que ninguno de los dos usaría sus arsenales nucleares contra el otro. La historia oficial que el Capitolio reprodujo en medios propagandísticos a los demás distritos fue que el Distrito 13 había sido destruido. Sin embargo, gracias al acuerdo que había alcanzado el Distrito 13, este pudo independizarse de PANEM y formar su propio gobierno, separándose del yugo del Capitolio y dejando de tener que enviar tributos cada año a los Juegos. Todo esto fue posible gracias a que el 13 contaba con armas nucleares que le daban una capacidad disuasiva frente a un ataque del Capitolio.

Llevando esto al campo de las relaciones internacionales, hay algunos conceptos que debemos precisar para la finalidad de este artículo. Existe un tratado en materia de desarme que rige o, mejor dicho, prohíbe la proliferación de armas nucleares. Este es el Tratado sobre la no Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), que se abrió a la firma en 1968 y entró en vigor en 1970. En este acuerdo internacional se hace la distinción entre los Estados poseedores de armas nucleares de los no poseedores. Los Estados reconocidos por el tratado que poseen armas nucleares son Estados Unidos, Rusia (anteriormente la Unión Soviética), Reino Unido, Francia y China. En nuestra analogía con los Juegos del Hambre, el Distrito 13 y el Capitolio son los únicos Estados poseedores, mientras que el resto de los Distritos entran en la categoría de Estados no poseedores.

Mapa de la Proliferación Nuclear en el Mundo

El objetivo del TNP era impedir que Estados no poseedores, es decir, todos los países que no fueran reconocidos por el Tratado como poseedores, adquieran el secreto atómico para fines bélicos. Sin embargo, este objetivo no se alcanzó en su totalidad ya que cuatro Estados adquirieron, durante los años subsecuentes de la firma, capacidades nucleares con fines no pacíficos. Estos países fueron India, Pakistán, Corea del Norte y un cuarto que no niega ni confirma si tiene armas nucleares, que es el Estado de Israel. Cabe señalar que existen dos tipos de proliferación de armas nucleares. Una que es de carácter horizontal, en la que Estados no nucleares se suman al grupo de Estados poseedores mediante la adquisición de capacidades nucleares; y la de carácter vertical, donde los Estados con capacidades ya existentes incrementan tanto la calidad como la cantidad de  sus arsenales. 

La firma del tratado se dio en plena Guerra Fría, cuando la rivalidad militar e ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética estaba en su máximo. Debido al interés de estas dos superpotencias en evitar que más países adquirieran capacidades nucleares, Washington y Moscú se sentaron a negociar en el seno de la Conferencia de Desarme en busca de un tratado que lo asegurara.[1] Algo que muchos críticos señalan sobre el TNP es que, si bien evita que otros Estados adquieran este tipo de armamento, no restringe que las potencias nucleares aumenten y mejoren sus arsenales, haciendo que la suma de los arsenales nucleares de los Estados poseedores alcanzara, en la década de los ochenta, la cifra de 80,000 ojivas nucleares.

Con la disminución de las tensiones entre Este y Oeste, se vislumbró el fin de la Guerra Fría y del mundo bipolar. Estados Unidos y la Unión Soviética (ahora Rusia) emprendieron una serie de pláticas que derivaron en la firma de tratados bilaterales para reducir sus arsenales. Tal fue el caso de los Acuerdos SALT que propiciaron la firma del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM, por sus siglas en inglés) de 1972, el  Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) firmado en 1987 y el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START 1) firmado en 1991, por nombrar los más trascendentes en el desarme nuclear de las dos superpotencias. 

Todos estos acuerdos internacionales tienen el fin último de prevenir un conflicto con armas atómicas que termine en un holocausto nuclear.[2] La solución más sencilla sería deshacerse de esta clase de armamento. Sin embargo, casi todos los Estados poseedores consideran a las armas nucleares parte integral de su estrategia de seguridad nacional. Debido a esto, un desarme total es un reto poco probable de alcanzar en el futuro inmediato. Buenos avances se han logrado en el plano unilateral y bilateral, principalmente entre Estados Unidos y Rusia, que han reducido considerablemente sus arsenales desde el final de la Guerra Fría. En el plano multilateral, las negociaciones no parecen avanzar y resultan alarmantes las noticias como el aumento del arsenal nuclear de Reino Unido o las  sospechas de que China está probando un nuevo misil hipersónico. 

La tesis principal de la Teoría de Disuasión Nuclear se basa en que, un Estado, al tener armas nucleares, tendrá la capacidad de influir en la decisión de otro Estado que esté pensado en agredirle. Esto ya que, en caso de un ataque nuclear, el Estado atacado podrá responder la agresión utilizando sus armas atómicas. Esta doctrina influyó en las políticas de seguridad nacional de Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría y persiste hasta nuestros días. Sus defensores aseguran que la posesión de armas nucleares por dos superpotencias reduce la probabilidad de conflagración, ya que los costos de una guerra de este tipo serían devastadores.

El Distrito 13 veía en las armas nucleares un medio para asegurar su supervivencia. Siendo esta una de las principales motivaciones de los Estados en el paradigma realista de las Relaciones Internacionales. El Capitolio consideró que los costos de ir a un guerra nuclear con el Distrito 13 eran mayores que dejar que se separara de PANEM. Gracias a este tipo de armamento, este distrito  pudo mantenerse 75 años relativamente seguro hasta que el descontento generalizado en los demás distritos dio el ambiente propicio para rebelarse nuevamente. Sin un Distrito 13 que proveyera a los demás distritos con apoyo logístico y militar, la rebelión probablemente hubiera fracasado y el símbolo del Sinsajo, es decir Katniss Everdeen, hubiera sucumbido frente al poder del Capitolio.

Es por ello que las armas nucleares, aunque con pocas referencias en las películas y mencionadas someramente en los libros, representan un elemento sustancial para la trama de Los Juegos del Hambre, además de ser un factor crucial para mantener una paz relativa en el mundo actual. La distopía que creó Suzanne Collins en sus novelas tienen un sinfín de elementos que sirven para explicar procesos complejos de las relaciones internacionales. En Erreizando hemos analizado también protestas sociales en el sureste asiático con símbolos característicos de la saga, da clic en el enlace si te interesa verlo. 


Notas:

[1] La Conferencia de Desarme es un organismo de Naciones Unidas que ha servido como el principal foro internacional para negociar de manera multilateral temas de desarme. 

[2] El holocausto nuclear o lo que se conoce como Mutually Assured Destruction (destrucción mutua asegurada) se produciríra en el evento de que las potencias nucleares decidieran disparar sus arsenales nucleares. Estos son de tal tamaño y tienen tanto poder que podrían destruir al mundo cientos de veces.

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